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Más allá del libro, nos queda la palabra (¿El fin del libro como lo conocemos?) - Artículo

"Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado que hay dentro de nosotros." (Franz Kafka). La alternativa no es entre libro en soporte papel y libro electrónico. La gran disyuntiva será la de los libros frente a otros formatos de transmisión del conocimiento.

LOS LIBROS DE LAS ARMAS, LA FILOSOFÍA Y EL DERECHO

El ciego Tiresias le decía a Edipo- a través de la pluma de Sófocles-: “No quieras saber”.  “Sapere aude”, atrévete a saber, contestaba Horacio cuatro siglos después. No fue la técnica ni las herramientas del aprendizaje lo que permitió ese salto cultural y civilizatorio. Los romanos no superaron nunca la calidad de la academia ateniense ni la del pensamiento aristotélico o socrático, pero supieron construir una sociedad de letrados. Crearon un ejército y una burocracia. Unas leyes y un derecho. Un imperio al sur y al norte del occidente. Ese fue el GRAN SALTO. No se trató de la sustitución del papiro o  el pergamino en rollo por el códex ni la existencia de verdaderas factorías de la copia. Fueron otros elementos políticos y sociales los que permitieron el cambio. Fue la extensión de la palabra y su conversión en arma de poder global lo que configuró el mundo imperial romano.

LOS LIBROS DE DIOS, DE LA CIENCIA Y EL DINERO

La imprenta de Gutenberg parece más el resultado de un proceso de lo que hoy llamaríamos innovación colectiva que la obra de un solo hombre. De alguna forma el libro tipográfico ha sido un protagonista esencial del cambio del primer Renacimiento al segundo que vivimos hoy. Pero si tenemos que acotar el marco cultural e histórico en el que el libro alcanza su mayor y mejor influencia tenemos que señalar a los enciclopedistas y el ascenso de la burguesía al poder como momentos decisivos. La revolución industrial nace de la investigación y de la ciencia. El libro se convierte en un poderoso medio de comunicación y de transmisión de saberes científicos, casi el único hasta la emergencia de la prensa moderna. El libro de papel y las industrias culturales asociadas al mismo han sido el instrumento ideal del tiempo de la ilustración.

Pero hoy la cultura escrita tiene que competir como instrumento de formación y difusión con las artes y los soportes visuales, con los lenguajes de programación y con otras manifestaciones culturales mestizas que agrupadas bajo el pabellón de la industria del entretenimiento, de la televisión y del video, todavía no somos capaces de prever en todo su alcance. En el mundo digital los científicos han creado nuevos soportes para la transmisión de la cultura escrita. El libro electrónico, la tableta y el teléfono móvil han sido, en lo que respecta a su uso como soporte de los signos escritos, una respuesta digna de los tiempos pero que mucho nos tememos tienen la misma fecha de caducidad, la misma obsolescencia que el libro de papel. Esa es la verdadera amenaza para la cultura de la palabra escrita. Lo de menos es el soporte del papel o el electrónico. A pesar de todo pervive en nuestros tiempos el prestigio de la cultura escrita y en esa medida, el libro de papel, objeto todavía de deseo,  se mantendrá mientras sus costes de producción y de distribución compitan con las tecnologías del libro digital.

EL LIBRO DE LAS EMOCIONES

La globalización, el ascenso de nuevas civilizaciones al poder mundial, el papel de la ciencia y de sus lenguajes. Esos serán los ejes de cambio que determinen el futuro de la palabra escrita. Unos dicen que el libro de papel será un objeto de museo en pocas generaciones. Otros que su facilidad de reproducción o los nuevos libros electrónicos les podrán sustituir con éxito. Pero lo posible  es que ninguno de los dos mantendrá la hegemonía en los procesos de transmisión de la ciencia y la cultura. Seguro que nosotros, los que hemos nacido en el siglo XX no lo  veamos. Como en las películas de ciencia ficción nuestros nietos y bisnietos se entenderán con códigos y lenguajes nuevos. Pero previsiblemente seguirán hablando- en la intimidad como aquel otro- español, francés, catalán y hasta en chino. Y mientras eso pase, los libros, de papel, la tableta o el teleprompter seguirán a nuestro lado. Porque por encima de la cultura escrita seguiremos hablando entre nosotros. La palabra perderá su espacio como transmisor de ciencia pero los sentimientos seguiremos transmitiéndolos mediante la palabra. Y con los sentimientos y las emociones pervivirá la literatura. Nos queda la palabra como nos avisó Gabriel Celaya. Larga vida al libro, electrónico o de papel, es igual.

 

Adjunto
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Comments (2)

  • Alfonso Vázquez

    Alfonso Vázquez

    27 Julio 2015 at 17:31 | #

    Muy interesante, Ángel, y... ¡poético!
    Por cierto, supongo que coincidirías con Gabriel Celaya en nuestros "tinglados" de Chamartín, ¿no?
    Un abrazo

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  • Ángel Alda

    Ángel Alda

    27 Julio 2015 at 17:53 | #

    Pues si. Muchas veces en su casa de Nieremberg. Con él y con su genial mujer, Amparichu. Un abrazo Alfonso, desde Ribadeo.

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