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Carbonería Parras. Un caso de resistencia empresarial (Artículo)

Tenemos tendencia a identificar los casos de éxito con las empresas innovadoras. Con los sectores rutilantes y hasta con experiencias exóticas que bien pensado apenas tienen relación con nuestro país. Pero a veces una humilde empresa, de un segmento maduro del mercado, puede servir de ejemplo para ilustrar lo poderoso que puede llegar a ser el afán de resistencia, el amor a lo bien hecho y la defensa de valores tradicionales por parte de empresarios que nunca van a ser elevados a la categoría de líderes o van a ocupar las tribunas de los encuentros sobre management o sobre innovación.

Decía Camilo José Cela que resistir en España es ganar. Pues, bien, Carbonería Parras es una demostración de ese aserto. Es una tienda tradicional del barrio sevillano de la Macarena. Tiene a sus espaldas más de cien años de una vida relatada con precisión y cariño por su actual propietario en una página web diseñada por él mismo en sus ratos libres. Las carbonerías en España tuvieron su sitio comercial bien asentado en nuestro país hasta la aparición de la bombona del gas butano en los años 60. Formaron parte del paisaje comercial de nuestras ciudades y dieron servicio a familias y a negocios de todo tipo para calentar los domicilios o servir de combustible en las cocinas de una manera económica y razonablemente eficiente. La ampliación de las redes de distribución del gas ciudad y la electrificación y renovación del parque de electrodomésticos dieron la puntilla al sector. Pero algunas carbonerías sobrevivieron para atender a familias humildes o a hogares en las que el gasto de adaptación a las nuevas energías no resultaba rentable. Chimeneas, cocinas viejas de carbón que algunas personas mantenían -incluso reputados restaurantes-, los braseros de cisco debajo de las mesas camillas,  necesitaban el servicio de unos negocios regentados por esforzados propietarios cuya sacrificada vida ha rescatado para el recuerdo el dueño de la Carbonería Parras.

Cuando de entre todas las carbonerías alguna sobrevive constituye un milagro que resulta conveniente explicarse. Nuestro país sigue teniendo unas elevadas tasas de vivienda precaria en muchas ciudades. Viviendas a las que hemos dado en llamar chabolismo vertical. Por otra parte disfrutamos en muchas regiones de un clima extraordinariamente benigno que permite la existencia de casas sin dotaciones de calefacción en las que los problemas de frio se resuelven de forma provisional. Si a ello añadimos el parque de chimeneas francesas de la que siguen estando dotadas viviendas antiguas de calidad de los barrios de las grandes ciudades que necesitan leña para alimentarse así como la moda de las barbacoas, nos podemos encontrar con pequeños nichos de mercado razonablemente rentables para un número de negocios reducido.

Incluso si el número de esos establecimientos se reduce a la mínima expresión puede resultar rentable mantenerse en el negocio y obviar el cierre a pesar de que algunos de estos mercados pueden estar servidos por ofertas comerciales propias de las grandes superficies. Pero una carbonería siempre ofrecerá un mejor conocimiento del producto y una calidad de servicio personalizado imbatible.

José Luis Aguilar, actual propietario del negocio, explica bien este concepto y con sus palabras encontramos una explicación lógica a la resistencia a morir de su establecimiento. ¿Qué mejor que repetir sus propias palabras?:

"El futuro.

Mucha gente cree saber cuál es el mejor futuro para la carbonería: convertirla en un bar. Yo mismo en mi juventud también estaba convencido de ello, pero mi padre se negaba rotundamente y con el tiempo me he dado cuenta de cuanta razón tenía.

Cuando alguien me sale con la ya manida frase de: "¿tú por qué no montas aquí un bar?" frase a la que normalmente siguen una retahíla de proyectos y elucubraciones del estilo de: montaditos variados, cocina casera, pescadito frito, conciertos, exposiciones, etc. etc. Entonces yo le expongo, según quien sea el interlocutor, con alguna de las siguientes razones:

-Sevilla ya tiene una carbonería convertida en bar. Además es conocida internacionalmente y lo que se monte aquí no pasaría de ser una burda copia.

-Un bar, efectivamente, daría mucho más dinero de lo que da la carbonería. Pero también daría muchos más problemas y muchísimo más trabajo, y la verdad es que a mí el dinero me importa poco pero sí me importa, y mucho, vivir tranquilo sin preocupaciones y tener tiempo libre para hacer lo que me plazca.

-En Sevilla hay miles de bares pero ¿cuántas carbonerías?, solo una. ¿Vamos a privar a nuestra ciudad de ella?

-Desde hace muchos años la carbonería tiene hecho un pacto con el bar de Gonzalo situado justo enfrente: él nunca venderá carbón y yo nunca venderé cerveza. Y no pienso ser yo quien rompa el pacto.

De modo que la carbonería solo tiene un futuro posible: seguir siendo carbonería durante mucho tiempo."


Pero no crean que todo se incluye en este concepto de resistencia llevado hasta sus últimas consecuencias. Luis, como le llaman en el barrio, no para de idear nuevas actividades. Se ha convertido en un especialista en juegos de mesa antiguos y es capaz de diseñar tableros de madera para cualquier tipo de juego por muy sofisticado o desconocido que resulte. En los meses de verano, del largo verano sevillano, decae mucho la actividad del comercio carbonero y es entonces cuando Luis dedica sus horas de apertura comercial a trabajar la madera.

Puede que los lectores se pregunten de qué madera, madera espiritual en este caso, tiene que estar hecho un empresario para sostener un negocio con tan poco glamour. Les diré la fórmula: cariño y amor a las cosas bien hechas. Respeto a los clientes. Y una fuerza de voluntad inasequible a la llamada de la ganancia por encima de todo. En la página web de la Carbonería encontraran ustedes de qué forma es posible sumarse a la vida de la comunidad, participar en la vida ciudadana de todos sus clientes. Dejar huellas en el espacio social colaborando con múltiples iniciativas sociales y culturales. Eso ahora lo llamamos "responsabilidad social empresarial" pero Luis lo llama "cobijarse en el barrio", vivir con los vecinos sus alegrías y sus penas. He trabajado algunos años en el sector de la consultoría de la RSC y nunca había encontrado un ejemplo tan aleccionador del verdadero sentido de la disciplina.

Si quieren ampliar detalles no duden en visitar los distintos apartados de su página web. Cuando la vida y el negocio se fusionan de la manera que lo hace nuestro amigo de Sevilla parece que todo alcanza sentido. En la arrastrada vida que llevamos por culpa de la famosa crisis hay siempre un espacio para mantener la ilusión.

Carbonería Parras es mi case study preferido.

 

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Comments (2)

  • Francisco Rodriguez Marquez

    Francisco Rodriguez Marquez

    26 Marzo 2012 at 16:02 | #

    Buenas tardes Angel:
    Mi nombre es Paco Márquez, vivo en Toledo y desde hace 17 años que dejé el Ejercito me dedico a la formación y consultoría en temas transversales (Liderazgo, comunicación, trabajo en equipo..)cada día me gusta más lo sencillo y me ha encantado tu articulo.
    Muchas gracias.
    Un abrazo
    Paco

    reply

  • Ángel Alda

    Ángel Alda

    26 Marzo 2012 at 18:57 | #

    Muchas gracias Paco por tu comentario. Coincido contigo en valorar cada vez mas las experiencias empresariales que tienen sentido mas allá de la ganancia. Hemos querido codificar ese mas allá con inventos como los de RSC o la Reputación o la Ética en los negocios sin darnos cuenta que existe un concepto mucho mas amplio que los sustenta a todos y que no es otro que el humanismo.
    Un abrazo
    Ángel

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