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La mega-microeconomía (Artículo)

"No podemos resolver nuestros problemas, con la misma mentalidad con la que los creamos" (Albert Einstein). La vida sobre el planeta tierra se está licuando, ya casi nada mantiene su forma en el tiempo, todo cambia a tal velocidad que el presente desaparece, cuando creemos tenerlo aprehendido, se ha trasformado en pasado. Las crisis aparecen como por ensalmo, crecen y no desaparecen. En estas condiciones se produce tal cantidad de eventos, que los terrícolas no somos capaces ni de asimilar, ni de entender, y mucho menos de controlarlos. La crisis económica, habría que decir económico-social, que venimos padeciendo, es un buen ejemplo: se aventuran futuros que nunca llegan a hacerse realidad, se toman medidas que no dan los frutos esperados, y el ciudadano de a pie, sospecha, o ya está convencido, que sus dirigentes, líderes, o los que sean, están dando palos de ciego y desconocen la manera de desfacer el eco-entuerto.

En esta zarabanda de acontecimientos, uno se pregunta si el caos pudiera estar regido por alguna ley inexorable, desconocida, o no aplicada correctamente. Einstein ya lo dijo de forma meridiana, pero no le hacemos caso, y seguimos empecinados en tratar de resolver los problemas que nos aquejan, con los mismos esquemas mentales que empleamos para generarlos. Y cuando Einstein hablaba de "mentalidad" se supone que no se refería simplemente a un mero cambio de enfoque, sino al empleo de un nuevo paradigma. La explosión de la burbuja tecnológica de principios de milenio, hizo pensar a algunos que la Web había muerto, pero sucedió todo lo contrario, surgió la Web 2.0, que supuso un cambio radical en la forma en que veníamos empleando Internet; el usuario tomó el mando.
 
Si algunas crisis alumbran, sin solución de continuidad, tendencias emergentes, podría darse la circunstancia que el depauperado escenario en el que malinterpretamos nuestra existencia, trajera consigo la desaparición de la micro y macro economías, para alumbrar el nacimiento de la megamicroeconomía.

Las economías dieron lugar al fenómeno de la centralización, que empezaría en la fábrica y se extendería a casi todas las facetas de la actividad económica; la concentración, fue un hijo espurio de aquel fenómeno, cuyos efectos colaterales más negativos han venido siendo  el deterioro de nuestro medio ambiente. La eclosión de las tecnologías de la información y el desarrollo de las telecomunicaciones, permitieron la implantación de sistemas descentralizados, e incluso resolver una aparente cuadratura del círculo, haciendo factible la centralización-descentralizada, una especia de organización federal sistémica. Los incrementos exponenciales en las velocidades de transmisión, y la reducción de precios de equipos y servicios, hizo posible primero la deslocalización y posteriormente la globalización. La irrupción de Internet en casi (este casi desaparecerá en breve) todos y cada uno de los eventos que acontecen en nuestro planeta, está incubando una autentica fusión de todas las economías a nivel mundial. Las decisiones tomadas en cualquier punto del globo afectarán al acontecer de las antípodas en tiempo real. Instantaneidad, ubicuidad, atomicidad e interactividad de los hechos económicos, hacen que el concepto de macroeconomía carezca de sentido, pues todo deviene inmediato y de escala planetaria.

La respuesta a todos estos fenómenos, podríamos encontrarla en  la  Ley de la variedad requerida, que nos dice: En un sistema regulador-regulado, es preciso que la parte reguladora tenga, al menos, la misma variedad que la regulada, para que el sistema pueda alcanzar la estabilidad. Al entrar en la era de la mega-microeconomía, nuestros líderes carecen de la variedad necesaria para enfrentarse a la que presenta este nuevo cibermundo económico y social.

Ante este panorama, o le damos una vuelta de sinapsis a nuestras neuronas, o el futuro más próximo habrá dejado de estar en nuestras manos.

 

Adjunto
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