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El Valor del Samurái (Nota Técnica)

Excelente libro, de reciente publicación, tercero de Josep López Romero. Resulta más fácil, muchísimo más fácil, redactar una reseña si has conocido al autor. Planeta-Empresa tuvo la amabilidad de invitarme, el pasado 16 de enero, a un almuerzo-presentación de la nueva apuesta de esta importante editorial, y allí tuve la oportunidad, primero de escuchar a Josep, después de charlar con él, incluso me dedicó su libro. Quizás por ello no sea muy objetivo en mi crítica, porque creo que la personalid...

Excelente libro, de reciente publicación, tercero de Josep López Romero. Resulta más fácil, muchísimo más fácil, redactar una reseña si has conocido al autor. Planeta-Empresa tuvo la amabilidad de invitarme, el pasado 16 de enero, a un almuerzo-presentación de la nueva apuesta de esta importante editorial, y allí tuve la oportunidad, primero de escuchar a Josep, después de charlar con él, incluso me dedicó su libro. Quizás por ello no sea muy objetivo en mi crítica, porque creo que la personalidad del escritor ayuda a entender su obra, incluso a matizarla. La historia que Josep nos cuenta se presenta como una experiencia basada en hechos reales, una situación narrada en primera persona, porque Josep fue el primer afectado. Y es creíble: Josep transmite sinceridad por todos los poros, y en cada palabra que pronuncia, hablando de su libro.

Antes de entrar en el argumento no puedo dejar de hacer una referencia a "Siddhartha", de Hermann Hesse. No digo que los libros sean paralelos, pero tienen un aire, una cadencia similar, un público objetivo semejante, un mensaje que impacta por lo básico que aparentemente resulta. Sin embargo, hay una diferencia relevante: mientras que, en "Siddhartha", Hesse nos sugiere caminos que facilitan la búsqueda de la paz y la armonía a través del yo más profundo que todos llevamos dentro, en "El Valor del Samurái", López Romero recomienda que nos centremos en el valor de la "alteridad", ponernos en lugar del otro y permitir que otros se pongan en el nuestro, y comprender que el verdadero valor no consiste en la capacidad de enfrentarte a otros, sino en la de enfrentarte a tus propios miedos, a ti mismo.

"El Valor del Samurái" es una fábula, una historia para entender y vencer el miedo que, a todos, en algún momento de nuestra vida, nos atenaza, nos paraliza, y nos hace ver un paisaje nublado, aunque el sol brille sobre nosotros.

Y la lección que el libro aporta es que, para vencer el miedo, sólo hay un antídoto, que es el valor. Y Josep nos explica en menos de doscientas páginas, que se leen de tres sentadas, cómo ponerlo en marcha. Sin estridencias ni imposibles, el autor apela a los valores más profundos y honestos del ser humano para luchar contra ese miedo.

Dicen que las casualidades no existen; sin embargo, estoy seguro que, precisamente hoy, a esta hora, muchos lectores de este resumen habrán sentido miedo. Y es que, durante estos días, las bolsas mundiales han sufrido un racha gris y pesada, nublada, y muchos habrán vivido en sus propias carnes la experiencia de enfrentarse a una "nevera" vacía, a la desazón de verse ellos mismos reflejados en una imagen de desolación, sin darse cuenta que es su propio reflejo el que quizás estén contemplando. Como Josep, habrán pasado, desde esa imagen, a un pesar profundo e intenso, que da entrada al miedo, impreciso pero agudo, que es la antesala del pánico.

Y dicen también que estamos ante la crisis de las hipotecas subprime, que ha desembocado en una pérdida de confianza. Pero yo creo que lo que estamos es ante una crisis mucho más importante, una crisis, no de falta de valor, sino de falta de valores, del "aquí todo vale", y espero sinceramente que la lectura de este libro ayude a alguno a encontrarlos, porque precisamente ésa será su única vía para vencer el miedo que ahora les paraliza. Y es que el miedo de los mercados, desde mi punto de vista, sólo se vencerá con valores, valores básicos como los que Josep explica a lo largo del libro, y que de aplicarse en los mercados financieros mundiales, quizás no nos hubiesen llevado a esta situación.


PRIMERA PARTE: EL MIEDO


Nos dice Josep que el miedo es un aliado cuando te avisa del peligro, pero deja de serlo cuando se instala en tu vida. Y aún así, lo más importante es reconocer que lo sentimos, porque ya se sabe que con las cosas que tienen nombre es posible dialogar.

Para este autor, nada es por casualidad, o todo es por causalidad: sólo hace falta que seamos capaces de agudizar el oído lo suficiente. Sin embargo, normalmente estamos tan ocupados "en" nuestra vida que no tenemos tiempo de prestar atención a "la" vida. Síntomas como un pequeño trastorno por insomnio, no sólo lo atribuimos al estrés, a la depresión, a la angustia o al nerviosismo, algo ya normal y parte de nuestras vidas, sino que además pensamos que sólo los fuertes como nosotros podremos resistirlo. Un código no escrito dice que los jefes siempre salen de entre los fuertes…

Josep, en cambio, reconoció pronto la situación, el episodio vivido fue lo suficientemente claro como para hacerle ver que la vuelta del trabajo constituía el regreso a la "anormalidad". El miedo era real, estaba allí, miedo de no saber qué estaba pasando o quizás miedo de saberlo. Sin embargo, éste afecta a cada uno de forma distinta, es lo terrible de esta epidemia, y es que el miedo es causa y síntoma. Y pronto descubrió que sólo hay un antídoto posible contra el miedo: el valor.

Josep narra su historia a través de un encuentro de su protagonista con un japonés, al que describe en dos palabras, como haría Truman Capote, con una expresión de serenidad y sabiduría, que entendía a fondo la palabra fortaleza (impresionante palabra, por cierto) en sus dos acepciones: como recinto amurallado y como fuerza espiritual o virtud para vencer el temor. A través de este encuentro, el japonés relata al protagonista una historia que habla del miedo y del valor, de la humanidad, definida como un proyecto valiente que nace de una naturaleza cobarde, es la leyenda de un samurái.


SEGUNDA PARTE: HISTORIA DEL SAMURÁI


Esta es la parte central del libro, donde la fábula cobra todo su dramatismo pero también transmite de forma implacable todo su poder didáctico al lector. Comienza con un samurái que no desea otra cosa que morir, eso sí, de acuerdo con unos principios de dignidad. Este guerrero se enfrenta al miedo cuando se queda sólo ante el ejército enemigo, y a pesar de eso, sigue luchando hasta la extenuación. Herido de muerte es identificado por el enemigo como un guerrero de honor, y le curan de sus heridas, hecho que en un principio el protagonista identifica como una ofensa para sentir la infinita vergüenza de seguir con vida. Pero peor que eso, es que recuerda el miedo.

Y así, al recuperarse, el samurái comienza una búsqueda de valores, representados por diez monedas, que Josep describe a través de una aventura que permite bucear en la mente del protagonista, pero también observar como relator omnisciente todo lo que pasa a su alrededor.

• El valor de la vida por sí misma

El guerrero comienza a ver la vida desde otro lado, y reconocer que el miedo que sufrió estaba compuesto de múltiples ingredientes, que no era sólo el miedo a la muerte, para la que se sentía preparado. Comprende entonces que no hace falta un gran valor para morir, sino para seguir viviendo, que vivir requiere de una posición activa, que nadie que se enfrente a la vida con valor debe sentir vergüenza. Aceptar la vida como un regalo, tratar de darle sentido incluso en momentos en que ningún sentido parece posible.

• El valor del silencio reparador

Josep, inserta mensajes de gran interés entremezclados con diálogos y experiencias del protagonista, como por ejemplo que la sumisión no hace mejores ni a los súbditos ni a sus gobernantes. El protagonista aprende aquí que no se puede delegar en otra persona la reconstrucción de nuestra propia fortaleza, y que sólo vaciando nuestra mente podremos escuchar la voz interior. Recomienda el autor que cuando las voces se agolpen, no luches contra el ruido, sólo ignóralo y trata de escuchar la voz de tu corazón, que es la más importante.

• El valor de los objetivos

Es a veces nuestra propia voluntad la que está provocando que sucedan las cosas que vivimos. Incluso un samurái, con una espada rota y una armadura agujereada, es como un recién nacido, está desnudo ante el papiro de su nueva existencia, de su reconstrucción. Necesitamos objetivos, una sensación que tiene que ver con la alegría, la ilusión, la confianza, con la posibilidad de afrontar un reto, de disponer de una misión concreta que cumplir. Pero, incluso en medio de la tempestad más desbocada, hay que reírse de la bravura de las olas y, además, cierta clase de miedo es necesario para seguir viviendo, pues de no existir seríamos unos temerarios, y por ello es importante conocer también la frontera que existe entre la valentía y la temeridad. Caminar sin dirección conduce a ninguna parte. Ante la duda, elige objetivos alcanzables y alineados con tu forma de ser y deseos.

• El valor del amor primordial

Antes de comenzar la búsqueda de este valor, el protagonista se ve obligado a lanzarse al Valle, que es algo así como saltar a la arena, abandonar la zona de confort de su propia fortaleza, que es en sí misma una barrera para adquirir nuevos talentos, que sólo podremos aprender cuando estemos en disposición de mostrar nuestras debilidades. Recomienda el autor, que luchemos desarmados contra un enemigo que no conocemos, dejándonos llevar por nuestra intuición. Y el protagonista se enfrenta, claro, a sí mismo, y reconoce que durante toda su vida no ha hecho otra cosa que luchar: contra la desolación, contra la soledad, contra los recuerdos… y que ahora, como si las fuerzas se hubieran terminado, había bajado los brazos y un terrible miedo se había apoderado de él. Y es que sólo a partir de un amor primario puede recobrarse la confianza para crear valor.

• El valor del duelo

No hay que sentirse culpable por sentirse triste a veces. Acepta la tristeza de la pérdida y no le niegues el espacio que necesita para expresarse. Las cuatro emociones básicas - el miedo, la alegría, la tristeza y la rabia - conforman un equilibrio de suma cero en nuestro interior, están conectadas entre sí; así que cuando una de ellas quiera expresarse, tendremos que darle rienda suelta porque de lo contrario afectará a las otras tres (1). A veces ocurre que el miedo que sentimos es una sombra de un pasado que no nos deja ver el futuro.

• El valor de la autoestima y el valor de la libertad

Caminar encorvado, interior o exteriormente, puede ser un síntoma en una persona a la que le pesan los malos recuerdos, o bien reflejo de aquellas cargas que otros han puesto sobre nuestros hombros y que no nos pertenecen. Quizás en ocasiones nos han aconsejado que debemos ser fuertes para sobrevivir, que no debemos mostrar nuestras debilidades, o incluso mejor, que no debemos tenerlas, que la vida es dura, que la vida es competición, y que debemos luchar para ser el más fuerte, que obedezcamos y no cuestionemos, que así evitaremos problemas. En resumen: no hagas. Y estos mensajes generan miedo, miedo a equivocarse, miedo a elegir, miedo al error y a sus consecuencias, miedo a la libertad…Así que a través del valor de la autoestima, alcanzaremos la libertad, es decir, que sin conocerte y aceptarte, nunca podrás ser verdaderamente libre.

• El valor de la imaginación

El protagonista de esta fábula comprende que la mente humana configura su propia realidad, y que una fantasía puede acabar convirtiéndose en una realidad, tan sólida como una roca… que la imaginación es un músculo que hay que ejercitar. Como ejemplo, el samurái imagina que la vida es un círculo, en lugar de una línea, y que por lo tanto la muerte no existe, pues un círculo no tiene final… Que mientras un ser humano vive, la muerte no existe en él, y que cuando muere es él quien deja de existir, y que por lo tanto sería suficiente enfrentarse a la idea de la muerte con otra más potente, por ejemplo, la de la ilusión por vivir. Los sueños, los proyectos que llevamos a cabo en nuestra vida, siempre empiezan a construirse desde la imaginación… ¿o no?... Por lo tanto es cierto que ésta mueve montañas.

• El valor del respeto a la naturaleza

Estamos inmersos en un proceso de negar o destruir la naturaleza. No acabamos de entender qué nos aporta estar sentados varias horas disfrutando de un paisaje, observando el campo. En general, sólo temen a la muerte los que temen a la vida, y las personas que viven en armonía con la naturaleza rara vez son desagraciadas, y rara vez tienen miedo. El valor de la naturaleza es también el valor de la paciencia, aprende el protagonista de esta historia, y que después de la tempestad llega la calma, y que hay que saber esperar. Aceptarse como parte de la naturaleza ayuda a diluir urgencias vitales, y a sentir menos miedos.

• El valor de la alteridad

La importancia de ponerse en el lugar del otro como un valor absoluto de protección, pues sólo si entendemos los miedos ajenos los demás podrán entender los nuestros. Si nuestro hueco está ocupado por nosotros mismos, no estamos dejando que nadie se ponga en él. Sólo así se entiende que uno no está sólo, y ese convencimiento diluye los miedos. El miedo se divide al compartirlo, el amor se multiplica.

• El valor de la creación, principio y final

Si eres valiente y creas valor alrededor de ti, el miedo innecesario desaparece. El samurái aprende que su verdadero destino no es arrojarse sin miedo a la muerte, sino entregarse con valor a la vida. Y es también vital evitar pensar en el fracaso. No podemos caminar con la dificultad del que viaja a su pasado para aplacar un fuego que todavía quema y que se niega a ser ignorado. Ningún ser humano vale en función de lo que tiene, sino por lo que es capaz de construir.


TERCERA PARTE: VALOR


En este último capítulo, Josep aporta algunos consejos, basados en la fábula del samurái, quizás con un enfoque más actual, volviendo al mundo de hoy, aunque naturalmente nuestro guerrero protagonista permanece en nuestra retina mientras leemos hasta el final del libro. Concluye que, evidentemente, la historia no está en las monedas, sino en la evolución personal del samurái, como siempre, en el camino. Reflexiona el autor sobre metas que nos imponemos, que realmente no sabemos si son importantes o no, pero desconfía también del cambio radical: no es siempre necesario, por muy estafado que te sientas por unas expectativas que ahora se muestran vacías ante ti, como una nevera sin nada dentro.

Tampoco cree el autor que sea malo de por sí dedicar muchas horas al trabajo, siempre y cuando se entienda que lo importante es el sentido que le damos a ese esfuerzo. Debemos preguntarnos si ese trabajo tiene valor en el conjunto de nuestra vida, buscando respuestas sinceras en nuestro interior, sin temer al dolor de aceptar fracasos o errores.

Cuando en lugar de avisarnos del peligro, el miedo se convierte en el peligro mismo, debemos combatirlo. Y en ese momento, debemos comprender que el valor se puede reconstruir, que hay antídoto, y que está basado en, a través de la ilusión y el amor, recuperar el valor, un valor fundamentado en la fuerza emocional de las personas, y en su capacidad individual y colectiva.

En resumen se podría extraer un decálogo de vida de este libro para dar pistas a los perdidos, una nueva tabla que grabar en piedra, una guía sobre la que añadir "calidad de vida a los inciertos o errados", que no son ni los que mienten ni los que se engañan a sí mismos, sino los que no aciertan a ver, a sentir o a agarrarse a los valores de la vida que más cuentan, los que no atinan a encontrar la felicidad ni a ver el sol más allá de las nubes. Quizás si pusiéramos más alma, lo compartiésemos, con prudencia y humildad, haciendo llegar los mensajes, nos iría a todos algo mejor (2) .

Echo de menos, sin embargo, un par de omisiones: por una parte, incorporar la generosidad como un valor más, que cuando ves la pobreza en la que viven algunos, injusticias de todo tipo, etc., los miedos se evaporan, y de qué manera… Y en segundo término, el libro trata exclusivamente una espiritualidad horizontal, el yo en el hombre, y olvida la componente vertical, Dios. La alteridad, ponerse en la piel del prójimo, es la aproximación más cercana que he encontrado (3) .

En definitiva, y sea uno creyente o no, yo también creo que el verdadero valor es generar valor alrededor de nosotros, como Josep ha hecho con este magnífico libro.

(1) La verdad, tenía la impresión de que eran cinco y que no estaban tan inclinadas en la balanza... Tengo que tratar de encontrar un artículo, que publicaré como Nota Bibliográfica, dónde creo recordar que a estas cuatro se sumaba el afecto, y mencionaba que algunos autores afirman que hay dos más: la vergüenza y la sorpresa, y que se basan en todos aquellos estados de ánimo o sentimientos que se pueden reflejar en expresiones faciales y son reconocidas por personas de diferentes culturas en todo el mundo.

(2) Parece que el autor se inspira, al menos en parte, en un texto de Daidoji Yuzan del siglo XVI, conocido internacionalmente como "el código del samurái", que recoge una serie de consideraciones y de virtudes que todo guerrero debía cultivar constituyendo lo que, desde entonces, se conoce como el código de caballerosidad japonesa o Bushido. En concreto, en el apartado al valor refleja que "es el autocontrol severo lo que constituye el principio del valor".

(3) Asumo que los mártires no sólo han padecido dolor, sino también miedo en el momento del martirio, pero su secreto, imagino, estaba en que no eran ellos los que lo sufrían, sino el propio Jesús como hombre – madero horizontal – y Dios – madera vertical – puesto que habían llegado a ser auténticos alter ego de Él.

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