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El Clima en la Historia del Hombre (Conferencia)

Conferencia pronunciada en el IESE el pasado 31 de enero de 2008, por el Profesor Antón Uriarte. La energía se encuentre en este momento en el centro de la sociedad: poder, soberanía, instrumento político… Hay dudas sobre el modelo energético del futuro, y desde varios puntos de vista - geológico, político, económico… - pero sobre todo por el impacto en el medio ambiente, y es que el clima preocupa ahora más que antes. No parece claro que estos cuatro aspectos se puedan equilibrar a medio/largo ...

Conferencia pronunciada en el IESE el pasado 31 de enero de 2008, por el Profesor Antón Uriarte. La energía se encuentre en este momento en el centro de la sociedad: poder, soberanía, instrumento político… Hay dudas sobre el modelo energético del futuro, y desde varios puntos de vista - geológico, político, económico… - pero sobre todo por el impacto en el medio ambiente, y es que el clima preocupa ahora más que antes. No parece claro que estos cuatro aspectos se puedan equilibrar a medio/largo plazo. En este contexto, una voz discrepante con lo que es hoy el mensaje oficial, la de este profesor climatólogo de la Universidad del País Vasco, se presenta en el IESE como una visión no tan pesimista de la realidad, aportando importantes datos y rigor científico.

Su opinión se deja sentir desde el principio de la conferencia de forma clara y meridiana. El clima influye mucho más en la vida del hombre, que éste en el clima, por mucho que lo intentemos. Define clima como una guerra sin cuartel entre masas o corrientes de aire, una fría y otra caliente. En efecto, el Sol calienta de forma distinta la latitud norte y la sur. De hecho, el origen etimológico de la palabra "clima" es griego, que significa "inclinación". Como sabemos, el trópico recibe mucho más calor que los polos, y la diferencia de energía provoca la circulación de estas masas de aire, que tratan de equilibrar sus fuerzas. Y esto ocurre todos los días del año, desde que la Tierra es Tierra. Pero es que, además, la rotación de nuestro planeta complica estos movimientos, y hace desviar estas masas por efecto de las fuerzas de coriolis (hacia la derecha en el hemisferio norte, y hacia la izquierda en el sur).

No es el hombre el que estropea el clima, según el profesor Uriarte. Desde hace 50 millones de años la Tierra tiende a enfriarse. El hielo de la Antártida se formó hace tan sólo 37 millones de años, y el del Polo Norte aún hace menos tiempo. Todo el mundo piensa que el hielo siempre ha estado ahí y que ahora se está deshelando, pero no es verdad. Hay un desconocimiento muy importante sobre los ciclos de cambio climático de nuestro planeta, y la facilidad con la que estos conceptos pueden manipularse es asombrosa (1) . Por otra parte, sus datos, que comparte con nosotros y que después de la Conferencia he encontrado en la página http://homepage.mac.com/uriarte/ , confirman que la temperatura media de la Tierra entre los años 1850 y 2000 no ha aumentado, sino que más bien está descendiendo.

El profesor dedicó varios minutos a explicar con cierto grado de detalle el método por el que conocemos la evolución de las temperaturas a lo largo de la historia de la Tierra: está relacionado con el porcentaje de O16 y O18 contenido en los caparazones de carbonato cálcico de los foraminíferos (2) . La racionalidad de esta medida se basa en que en periodos fríos hay más O18 que en los periodos templados, ya que éste se evapora con más dificultad.

Pues bien, conocemos que en el Cuaternario (aunque de hecho comenzó ya en el Plioceno), que es cuando empieza a haber hielo, hay una gran volatilidad en las mediciones de temperatura. Apunta el profesor Uriarte que la última época glacial tuvo lugar hace 11.600 años y que los ciclos de formación de hielos se han atribuido científicamente a los conocidos como Ciclos de Milankovich, que son tres: el primero, debido a la excentricidad de la órbita terrestre que cambia en periodos de 100.000 años; el segundo, porque la Tierra varía el ángulo de su eje de inclinación entre 21,50 y 24,50 cada 40.000 años; por último, la precisión de los equinoccios también varía cíclicamente, y es que hace 11.000 años, el mes en el que el Sol estaba más cerca de nuestro planeta era Junio, y no Enero como lo es ahora.

Gracias a la superposición de estos tres ciclos, y para cada zona geográfica, se puede calcular la cantidad de radiación solar que ésta recibe a lo largo del tiempo, medida en vatios por metro cuadrado.Para que tengamos un orden de magnitud, el ponente cita que las variaciones de radiación de unas épocas a otras oscilan en +/- 100 W/m2.

Y su tesis, de que la humanidad no es responsable del cambio climático, se sostiene en que todo el incremento de producción de CO2 que se ha producido durante los últimos cien años, sólo ha generado un aumento de la radiación de 1,7 W/m2, insignificante desde su punto de vista. En todo caso, añade, la concentración de CO2 ha pasado en este mismo periodo de 0,031% al 0,038% ó 380 ppm, por lo que considera que no tiene mucho sentido atribuir a este elemento el calentamiento global, cuando "sólo" es responsable de la que califica como reacción química más importante de nuestra ciencia, la fotosíntesis (CO2 + H2O  CH2O + O2), y de que nuestro planeta cada vez esté más verde…

Aunque quizás no tan conocido, el profesor alerta a los presentes sobre otro fenómeno, que es la posible repetición del conocido como "Younger Dryas". Nos cuenta que hace unos 12.900 años, tras el calentamiento del período Bölling-Allerod, el clima europeo recayó en un período de nuevo muy frío, el Younger Dryas (3) . Las temperaturas de invierno en Europa durante éste volvieron a ser muy bajas. Numerosos estudios polínicos, sedimentarios y de otro tipo así lo señalan. Este intervalo frío, el Younger Dryas, cuyo abrupto origen causa aún cierta sorpresa, acabó también súbitamente hacia el 11.600 antes del presente, cuando se produjo la subida térmica definitiva que dio entrada en el hemisferio norte al período Preboreal y, con él, al inter-glacial actual: el Holoceno. Algo parecido podría ocurrir, piensan algunos, en un futuro próximo, cuando debido a un efecto secundario del efecto invernadero, aumenten las precipitaciones en el Atlántico Norte, se dulcifique el agua, y se ralentice la producción de NADW (4) , y se pare la corriente del Golfo, y… se enfríe Europa.

(1) La verdad es que una de las explicaciones más racionales que he escuchado sobre el lobby existente en relación con el cambio climático está relacionada con el freno que este movimiento puede suponer al crecimiento de China e India, lo que haría de estas teorías un arma de defensa ante un crecimiento industrial imparable que podría afectar el status quo.

(2) Los foraminíferos son animales microscópicos, pertenecientes al zooplancton. Sus conchas de caliza (CO3Ca) permiten estudiar las variaciones isotópicas del oxígeno y del carbono marino, y ofrecen claves sobre las temperaturas del agua, el volumen de los hielos e, incluso, el funcionamiento de las corrientes marinas. Además las variaciones en el hábitat marino de sus diferentes especies son también indicativas de la evolución climática. Así mismo, el análisis de la concentración de algunos elementos químicos presentes en pequeñas cantidades en sus conchas es utilizado en la investigación paleoceanográfica y paleoclimática.

(3) La palabra Dryas se deriva de la Dryas Octopelata, planta de pálidas flores amarillas, típica de la tundra, que hizo de nuevo su aparición en las tierras meridionales de Europa, en donde desaparecieron los árboles y fueron sustituidos otra vez por una vegetación muy pobre.

(4) El volumen de la masa de agua profunda que se produce en el Mar de Labrador y en los Mares Nórdicos, que suele ser denominada con el acrónimo NADW (North Atlantic Deep Water, agua profunda del Atlántico Norte) es enorme. Su caudal, o ritmo de producción, es de unos 15 Sv (Ganachaud, 2000). Dentro de la NADW puede distinguirse una NADW inferior, más profunda, originada esencialmente en los Mares Nórdicos e inicialmente muy fría, y otra superior, en aguas intermedias, proveniente del Mar de Labrador y sur de Groenlandia, algo más cálida (Orsi, 2001).

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