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Ética para Amador (Reseña de Libro)

Como relata Savater en el prólogo de este libro, "Ética para Amador" publicado por la Editorial Ariel, éste no es más que un texto personal y subjetivo, pero al mismo tiempo universal. Aunque se trata de un libro escrito por un padre, con ánimo de contar cosas de ética que quizás no podría decirle directamente a su hijo de 15 años, la realidad es que el Consejo Editorial de Know Square lo trae a colación del momento en el que nos encontramos, como repaso a la hora de evaluar si los conceptos básicos de ética siguen en vigor, en particular en el mundo empresarial y financiero, o si algunos los han dejado abandonados a lo largo del camino estos últimos años…

Ten confianza

Creo que si tuviéramos que resumir este texto en pocas palabras, extraer el mensaje que el autor trata de trasladar a su hijo, éste sería: "Ten confianza en ti mismo". No hace falta esperar al último capítulo de este libro para saber quién es el asesino. Las cosas, en general, no son sencillas, no son buenas o malas per se. Lo de saber vivir no resulta tan fácil, porque hay siempre criterios opuestos respecto a qué debemos hacer: por ejemplo, los médicos recomiendan renunciar al tabaco y al alcohol como camino seguro para alargar la vida, mientras que fumadores y bebedores afirman que con tales privaciones la vida se les haría mucho más larga…

Por tanto, lo que vaya a ser de nuestra vida es, al menos en parte, resultado de lo que quiera cada cual. El hombre no está programado como las termitas; las plantas y animales no tienen "más remedio" que ser como son, porque no saben comportarse de otra manera. Los hombres estamos programados en cierto sentido: por ejemplo podemos beber agua, y no lejía, nuestro programa cultural es determinante, en particular por el lenguaje, tradiciones, hábitos... Es decir, se nos inculcan desde la cuna unas fidelidades, y no otras.

Sin embargo, por mucha programación biológica o cultural que tengamos, los hombres siempre podemos optar por algo que no "esté en el programa". Nunca tenemos un solo camino. Es verdad que no podemos hacer cualquier cosa que queramos, pero normalmente no estamos obligados a hacer una sola cosa. En definitiva, no somos libres para elegir lo que nos pasa, sino libres para responder a lo que nos pasa de tal o cual modo. Además, ser libres para intentar algo no tiene nada que ver con lograrlo. Libertad no es lo mismo que omnipotencia.

Es obvio que existen muchas fuerzas que limitan nuestra libertad, pero también nuestra libertad es una fuerza en el mundo, nuestra fuerza. Uno puede considerar que optar por ciertas cosas en ciertas circunstancias es muy difícil y que es mejor decir que no hay libertad para no reconocer que libremente se prefiere lo más fácil. Los hombres podemos inventar y elegir en parte nuestra forma de vida, y por lo tanto podemos equivocarnos. De modo que parece prudente fijarnos bien en lo que hacemos y procurar adquirir un cierto saber vivir que nos permita acertar. A este saber vivir, o arte de vivir, es a lo que el autor llama ética.

Órdenes, costumbres y caprichos...Libetad y Moral

Cuando hacemos algo, lo hacemos porque preferimos hacer una cosa u otra, o no hacerlo. Pero hay ocasiones en que elegimos, aunque preferiríamos no tener que elegir. Aristóteles fue de los primeros filósofos que se ocupó de estas cuestiones. Concluía que a veces el hombre es libre porque no le queda más remedio que serlo, libre de optar en circunstancias que él no ha elegido padecer: elegirá lo que quiera más, lo que crea más conveniente, aunque a veces la decisión acarree un fracaso o un mal menor.

La mayoría de nuestros actos, sin embargo, los hacemos casi automáticamente. Y a veces darle demasiadas vueltas a lo que uno va a hacer nos paraliza. Tenemos motivos, explicados como la razón que tenemos o creemos tener para hacer algo. Cuando este motivo nos viene impuesto, hablamos de órdenes, y cuando son cosas que la gente hace habitualmente de forma natural, nos referimos a costumbres. Cuando hay ausencia de motivo y hacemos algo por pura gana, estamos ante los caprichos.

Dejando a un lado los motivos más funcionales, los que nos inducen a aquellos gestos que hacemos como puro y directo instrumento para conseguir algo, Savater profundiza en las órdenes, las costumbres y los caprichos, ya que cada uno de estos motivos inclina nuestra conducta en una dirección u otra. No todos tienen el mismo peso en cada ocasión. Las órdenes sacan su fuerza del miedo a las represalias, pero también del afecto y la confianza que se tiene en la persona de la que se reciben, y que nos hacen pensar que lo hacen para protegernos y por nuestro bien; normalmente esperamos recompensas de ellas. Las costumbres vienen de la comodidad de seguir la rutina, es decir, de la presión de los demás, como las modas, por ejemplo. Órdenes y costumbres vienen de fuera, en cambio los caprichos salen de dentro, brotan espontáneamente.

Libertad es poder decir "sí" o "no". Es decidir, pero también es darse cuenta de que estás decidiendo. Es lo más opuesto a dejarse llevar. Puede haber órdenes, costumbres o caprichos que sean adecuados para obrar en determinados momentos, pero no en otros. Nunca una acción es buena sólo por ser tener uno de estos motivos: tendré que examinar a fondo por qué lo hago, razonando por mí mismo. No habrá más remedio que pensar dos veces lo que hacemos. Si queremos aprender en serio como emplear bien la libertad que tenemos, más vale dejarse de órdenes, costumbres y caprichos.

Moral es, para el autor, el conjunto de comportamientos y normas que solemos aceptar como válidos; ética es la reflexión sobre por qué los consideramos válidos y la comparación con otras "morales" que tienen personas diferentes. Desde fuera, no es fácil determinar quién es bueno y quién malo, ya que habría que estudiar, no sólo las circunstancias de cada caso, sino hasta las intenciones que mueven a cada uno.

Haz lo que quieras

Esta frase aparece en una novela de un escritor francés del siglo XVI: un gigante que crea una orden más o menos religiosa, escribe sobre la puerta de la abadía en la que se funda, esta frase. Pues bien, sostiene el autor que la ética bien entendida responde a esa misma máxima: haz lo que quieras. Frase que para empezar esconde una paradoja: si la cumples, la desobedeces (porque ahora es una orden); y si la desobedeces, la cumples (porque haces lo que tú quieres en lugar de lo que te manda)…En el fondo no somos libres de no ser libres, estamos condenados a la libertad, que decía Sartre. Pero hacer lo que queramos no es un capricho, no es hacer lo que nos venga en gana, es hacer lo que hay que hacer. Es importante ser capaz de establecer prioridades e imponer una cierta jerarquía entre lo que me apetece y lo que quiero. En lugar de darse la buena vida, es mejor dar la buena vida, que no es un querer cualquiera. Una palabra crucial es la de atención, entendida como disposición a reflexionar sobre lo que se hace y a intentar precisar lo mejor posible el sentido de la buena vida que queremos vivir. La primera e indispensable condición de la ética es la de estar decidido a no vivir de cualquier modo, a intentar comprender por qué ciertos comportamientos nos convienen y otros no.

La única obligación que tenemos en esta vida es la de no ser imbéciles, palabra que viene del latín baculus, que significa bastón: imbécil es el que necesita bastón para caminar. Pero no cojea de los pies, sino del ánimo. Hay varios modelos:

• El que cree que no quiere nada, que dice que todo le da igual…

• El que cree que lo quiere todo…

• El que no sabe lo que quiere, ni se molesta en averiguarlo: conformista sin reflexión…

• El que sabe qué quiere, por qué lo quiere, pero lo quiere sin mucha fuerza…

• El que quiere con fuerza y ferocidad, pero engañado a sí mismo sobre lo que es la realidad…

Lo contrario de ser moralmente imbécil es tener conciencia. Para ello hacen falta algunas cualidades innatas, como para apreciar la música o el arte. Esa conciencia consiste en:

• Saber que no todo da igual,

• Estar dispuestos a fijarnos en si lo que hacemos se corresponde con lo que de verdad queremos hacer…

• Ir desarrollando el buen gusto moral, de tal forma que haya cosas que nos repugne espontáneamente hacer…

• Renunciar a buscar coartadas que disimulen que somos libres y por tanto razonablemente responsables.

Uno puede lamentar haber obrado mal, aunque esté razonablemente seguro de que nada ni nadie va a tomar represalias contra él. Y es que, al actuar mal y darnos cuenta de ello, comprendemos que nos hemos estropeado a nosotros mismos, que ya estamos siendo castigados. Los remordimientos vienen de la propia libertad: no es más que el descontento que sentimos nosotros mismos cuando hemos empleado mal la libertad. Responsabilidad es saber que cada uno de mis actos me va construyendo, me va definiendo e inventando. Al elegir lo que quiero hacer, voy transformándome poco a poco. Si obro bien, cada vez será más difícil obrar mal.

Ponte en su lugar

Lo que hace humana a la vida es el transcurrir en compañía de los humanos, hablando con ellos, siendo respetado o traicionado, organizando juntos las cosas comunes… La ética no se ocupa de cómo alimentarnos mejor; a la ética le interesa cómo vivir bien la vida humana, la vida que transcurre entre humanos. Y lo más importante respecto a los hombres no es si su conducta me parece conveniente o no, sino que, en cuanto humanos, me convienen y eso nunca debo olvidarlo al tratar con ellos.

Y tratar a una persona como persona, es decir humanamente, consiste en intentar ponerte en su lugar, implica la posibilidad de comprenderle desde dentro, de adoptar por un momento su propio punto de vista. Tener conciencia de nuestra humanidad consiste en darnos cuenta de que, pese a todas las diferencias ente los individuos, estamos también en cierto modo dentro de cada uno de nuestros semejantes. Se trata de tener en cuenta los derechos del otro, es tomarle en serio, considerarle tan real como nosotros mismos, hacer un esfuerzo de objetividad para ver las cosas como el otro las ve.

Adjunto
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