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La Terca Realidad contra los buenos deseos (Opinión )

El que suscribe que ya tiene algunos años, a largo de su vida profesional ha ido acumulando experiencia. Entre otras muchas cosas, desde 1973 a 1993 tuvo la suerte o la desgracia de vivir cinco crisis económicas. Y desde 1993 a 2008, ¡Oh sorpresa! no ha vivido ninguna; la bonanza y el crecimiento han sido progresivos y constantes. De lo poco que estoy convencido, después de haber estudiado Ciencias Económicas, es de la Teoría de Ciclos y algo ha debido "hacerse mal" para lograr su alteración artificial a lo largo de 15 años. Y como decía mi abuela; "me da miedo ser tan feliz porque a la larga lo acabaré pagando".

Venga todo esto a cuento de que sobra cualquier enfoque simplista sobre las causas de la crisis, desde Bush a los neocons, pasando por el omnipresente Aznar. Tampoco nadie debe lanzar las campanas al vuelo por "la caída del capitalismo salvaje" llámese Stiglitz o Zapatero, haciendo un grotesco paralelismo histórico con la caída del Muro de Berlín, como si a éste le hubiera llegado la revancha. Y ¡lo mejor de todo! los hay tan osados que ya dan como ganador a Obama, como derivada de la confusa situación económica y financiera de los U.S.A. Por descontado que todo ello sin tener idea de economía, ni por supuesto de sociología política americana, más allá de un deplorable "Wishfull Thinking".

La crisis desde la perspectiva española es muy compleja por acumulación, como si se tratara de una cebolla compuesta de varias capas de crisis específicas; la inmobiliaria, claramente autóctona, la financiera y la energética, sin duda ambas importadas, y la económica, derivada de un modelo ingenuo, a modo de "cuento de la lechera" por el que hemos apostado todos durante años. Modelo basado en un crecimiento fácil a base de emigración y ladrillo, un desprecio absoluto hacia la productividad, dando la espalda a la clave del futuro que le corresponde sin duda a las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación (T.I.C.).

En efecto, a lo largo de 2005 en España se incorporaba 1,5 € en TIC por hora trabajada. Ese mismo ratio era de 3€ en la U.E y de 5€ en los U.S.A. A modo de ejemplo, que muy bien pudiera servir de precedente, un estudio de la U.E. indica que el diferencial de coste entre una factura en papel y el mismo documento electrónico es aproximadamente de 2,30 €. En España, datos de la AEAT apuntan a que se emiten al año del orden de entre 4.500 y 5.000 millones de facturas. Si multiplicamos ambas magnitudes obtendríamos un ahorro anual aproximado de 12.000 millones de euros (2 billones de pesetas), que nos podríamos ahorrar si hace años los gobiernos de turno se hubieran tomado la molestia de imponer la factura electrónica. Ello habría supuesto que en este desgraciado año 2008, en vez de estar llorando la irremediable recesión, seguramente todavía estaríamos creciendo en torno al 1% del P.I.B. y tan sólo gracias a la e-factura. ¡Imagínense lo que supondría la total gestión documental privada y pública, digitalizada al ciento por ciento. Pero hace años todos, incluidos los gobiernos de turno y los ayuntamientos por descontado, estábamos demasiado obsesionados con el ladrillo.

¿Tan difícil era haber empezado a hacer las cosas bien hace 10 años? Ahora no es de recibo echar las culpas de nuestra situación a los demás. En efecto, desde 1996 España está en índices de productividad negativos, ocupando durante los últimos años un deshonroso último puesto en el ranking de productividad de la OCDE. Como consecuencia, nos toca ostentar permanentemente el segundo mayor déficit comercial del mundo, después de los U.S.A., pero sin duda el primero en términos relativos.

España, ocupa el 8º/9º puesto por volumen del P.I.B. y entre el 35º y 38º puesto en los rankings de competitividad. Esto confirma que somos una economía con mucho músculo y poca neurona, lo que sin duda a la larga producirá la atrofia del músculo. Este es el principal reto de nuestra economía y un hándicap de difícil superación para capear la presente situación.

Volviendo a la crisis financiera y su naturaleza "importada" indiscutible, quiero señalar las diferentes actitudes europeas y americanas para hacerle frente. A modo de ejemplo al respecto, tan sólo recordar que desde la perspectiva europea se describe la situación como efecto del llamado "riesgo moral" y también "riesgo sistémico" que en términos coloquiales viene a decir que cuando se hace un pufo debe ser grande, porque así el poder público (el sistema) te salvará el pescuezo. Los bancos arriesgan más de lo debido. Si ganan, perfecto. En caso contrario los contribuyentes pagarán el desaguisado. Esta misma situación en terminología anglosajona se conoce como "greater fool theory" o "teoría del tonto todavía más grande". Desde el academicismo europeo al pragmatismo americano, apuesten Vds. por cual es la mejor actitud para capear este temporal.

Lo que a estas alturas no cabe duda alguna, es que estamos ante una crisis atípica: por sus múltiples causas, por su acronía temporal, por tratarse de la primera crisis en la Zona Euro, por significar para España, la primera crisis sin fondos europeos desde hace 22 años y porque muchos dirigentes del sector financiero en torno a los 45 años, la afrontan sin haber vivido ninguna otra crisis previamente.

Venga al caso una realidad que conozco, no por los confidenciales o los new-letters, sino por el puro y duro trabajo de campo sociológico; amigos míos ocupados en el sector financiero, con edades entre los 55 y los 65 años, y pre-jubilados en los últimos años, están siendo llamados de nuevo por sus antiguos empleadores, para tratar de hacer frente a la nueva situación. Principalmente se trata de directivos del área de gestión de riesgo de la banca y cajas de ahorro.

Y el que diga que el Sistema Financiero español está al margen de la crisis, miente como un bellaco, no hay más que ver lo que está sucediendo en Francia, Bélgica, Reino Unido y últimamente también Alemania. Si además se limita a echar las culpas de lo que se nos viene encima a los demás, esperando el final del capitalismo como revancha de viejas utopías de juventud, nos está dejando a los pies de los caballos. La salida exige pragmatismo, hacer lo que hay que hacer por duro que sea, llamar a las cosas por su nombre, corregir los errores del pasado y dejar de una vez por todas de echar la culpa a los demás.

Sería injusto obviar que el eslabón más débil de la crisis son los ciudadanos, los parados, los autónomos y las micro-empresas. Y paradójicamente son los que van a cubrir el "riesgo sistémico" dicho en plan fino, o lo que es lo mismo somos el "tonto todavía más grande" del cuento.

Adjunto
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