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Cultura, costumbres sociales y productividad (Artículo)

El mundo cambia constantemente. Siempre ha sido así. Lo que diferencia al mundo de hoy del de ayer no es el propio cambio, sino la velocidad a la que este se produce. Vivimos en un mundo dominado por la "híper-velocidad". El tiempo, el valor más caro del mundo (al menos en los países desarrollados e industrializados) es planificado, controlado, medido y tasado como un recurso preciado y escaso.

A veces, los cambios van más rápido que la capacidad que tiene la sociedad para asumirlos. Identificar el cambio, su conveniencia, legislarlo, adaptarlo, y hacer que encaje entre los numerosos aspectos a los que afecta, es una labor que lleva tiempo y sacrificios por parte de todos.

Pero también es positivo ver cómo nuestra sociedad cada día más abierta, más preparada, y más dinámica, está flexibilizada suficientemente para asumir cambios y mejorar nuestra vida y nuestro entorno sin perder su identidad.

Sin embargo, veo que el dicho de "hay cosas que nunca cambiarán", se hace realidad cuando hablamos de productividad, eficiencia y eficacia, si para ello se nos exige modificar, o adaptar, parte de nuestra cultura o nuestros hábitos sociales.

Leo que en España estamos entre los países con menor índice de productividad de Europa. Por otra parte, leo también que somos uno de los países que tenemos más presencia diaria en nuestros trabajos, con jornadas laborales extenuantes, y horarios y calendarios propios de otros tiempos.

Es seguro que, a nivel interno, hay mucho que hacer en cada empresa para marcar e implantar una planificación adecuada a los tiempos que corren, y ese ritmo de eficiencia y eficacia que nos lleve a todos a la excelencia. No lo dudo.

Pero veo también que las grandes cifras pueden tener su origen en asuntos más bien culturales y sociales, en los que es difícil intervenir de manera aislada o individual, ya que forman parte de la esencia de la vida y las costumbres de nuestro país.

Un dato: en España no existe ni un solo día del calendario en el que todo el país esté produciendo a la vez. Ni uno solo.

¿No deberíamos pensar en lo que esto supone para un país que tanto depende de suministros interprovinciales y del comercio exterior?

Otro dato: mientras en toda Europa entre las 08:00 y las 08:30 horas todas las empresas están en marcha, en España no cogemos el "nivel de crucero" hasta las 09:00.

Otro dato: mientras en toda Europa entre las 13:30 y las 15:30 horas todas las empresas e instituciones están al 100%, la mayoría de las empresas españolas están cerradas. Es la hora de la comida. Sin embargo, en la mayoría de ellas, están dispuestas para cualquier gestión entre las 17:00 y las 19:00, horas, a las que prácticamente ninguna empresa europea está ya operativa.

Estos calendarios y estos horarios están desfasados con los calendarios y horarios del 99% de los países de nuestro entorno socio económico.

Las alternativas son relativamente fáciles, y una parte de las empresas de nuestras grandes ciudades (muy pocas aún), ya se han implicado en alguno de estos cambios:

  • Horarios continuados : 08:00 a 17:00.
  • Calendarios consensuados entre las CCAA y el Estado Central para lograr un calendario laboral nacional.

No vamos a extendernos en ejemplos y situaciones de lo complejo y peculiar que nos resulta a los españoles trabajar con países de nuestro entorno, pero culturalmente también tenemos algo que nos distingue positivamente del resto, y es nuestro espíritu luchador, siendo capaces de nadar contra corriente por conseguir el pedido, el contrato o el servicio, sin importarnos los obstáculos que hemos tenido que superar y las horas que nos ha costado.

¿Nos imaginamos nuestra mejora y competitividad si lográramos eliminar obstáculos y racionalizáramos nuestros horarios?

Si hacemos verdadero el hecho de que la sociedad que perdura no es necesariamente la más fuerte, sino la que mejor sabe adaptarse a los cambios, deberíamos iniciar un diálogo social sobre el impacto económico que tiene para nuestro futuro y nuestro bien el hecho de que nuestros calendarios y horarios sean tan distintos a los de nuestros países "clientes y/o proveedores".

Estando orgullosos de nuestra cultura, nuestras costumbres y nuestros hábitos, deberíamos también pensar en cómo conjugar estos con una cultura, unas costumbres y unos hábitos empresariales y laborales que nos ayuden a mejorar nuestros índices de competitividad.

Tenemos fama de ser un país magnifico para vivir y somos la envidia de muchos. Pero internamente nos estamos empobreciendo poco a poco, con unos modelos productivos que nos han hecho ver lo que no es, o con una clase política que, lejos de ayudar, nos han hecho mirar para otro lado.

Pongamos los pies en el suelo, pensemos en nuestros escasos recursos internos y en nuestro necesario entorno.

El gran reto empresarial y social de España está en abrir un diálogo franco sobre lo que deseamos ser y alcanzar como país en términos de productividad y competitividad, y buscar un gran pacto social, para estar a la altura de nuestro objetivo.

Si para ello es necesario cambiar de hábitos, y ajustar los calendarios, o los horarios, podremos hacer que ambas partes de nuestra vida, cultura y trabajo, convivan y se manifiesten abiertamente, sin perder su identidad, y sin que esta afecte a nuestra productividad.

Adjunto
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