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Instrucciones para fracasar mejor (Reseña del libro de Miguel Albero)

“Llevo conmigo la gloria de quien mil veces cae en la misma piedra, hace de su fracaso una leyenda y en su continua derrota llega a ser invencible”. Con esta cita del protagonista de los “juegos de la edad tardía” comienza el reconocido abogado Ignacio Núñez Luque su intervención en la gala del Instituto Europeo para el Emprendimiento (EIE). En ella recordaba a nuestros jóvenes emprendedores que “el fracaso es un gran impostor, como lo es el éxito cuando es su mera consecución lo que perseguimos. Es el camino, la trayectoria, las motivaciones que nos llevan a emprender lo que debe ser diferenciador. La forja de los verdaderos héroes está determinada por su firme voluntad de superar los obstáculos y las adversidades que la áspera vida siempre nos plantea”.

Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Libérate de los miedos y… fracasa mejor. El desengaño, la frustración, el miedo al ridículo o a defraudar a alguien nos atenazan y nos inmovilizan. Las instrucciones de Albero, de Abada Ediciones, finalista de los Premios Know Square, son de lectura obligada para aquellos que quieran pilotar la nave hasta el naufragio final, con dignidad, sin esperanza, con convencimiento.

La gestión de la expectativa es un factor clave en el mundo de la empresa. La definición de éxito o fracaso (las dos caras de la misma moneda) generalmente tiene mucho que ver con ella. Con un planteamiento inteligente, fresco, un tanto desvergonzado, Miguel Albero nos plantea a cara descubierta que el éxito no existe (o no debe ser contemplado como opción), y que la única alternativa es el fracaso. Todo lo que podemos hacer es gestionarlo, de la mejor manera posible, para que éste sea el mejor fracaso del mundo, evitando así la sensación de desengaño o la frustración. Una adecuada gestión de la expectativa, un dimensionamiento realista de la situación, una visión y un planteamiento inicial inteligente son las claves para fracasar de la mejor manera posible. Estas “instrucciones...” sin duda son una invitación a pensar, a reflexionar, sobre todo para aquellos que tienen que marcar las pautas de la estrategia que luego otros habrán de ejecutar…

Bolaño es citado textualmente en el libro para representar la idea base sobre la que gira el autor: “yo soy de los que creen que el ser humano está condenado de antemano a la derrota, a la derrota sin apelaciones, pero que hay que salir y dar la pelea y darla, además, de la mejor forma posible, de cara y limpiamente sin pedir cuartel (porque además no te lo darán) e intentar caer como un valiente, y que eso es nuestra victoria”.

Otra cita que prácticamente bastaría por si sola para resumir el mensaje principal del libro, nos la presenta textualmente el autor nada menos que dos veces, una al comienzo y otra, de nuevo, al final del libro: “Aceptarás desde luego tu fracaso, heroica y magnánimamente, en plena plenitud, como esas mujeres que, en la juventud más deseada, cercenan sus cabellos; aceptarás tu divino fracaso, para sentirte más triunfalmente seguro de ti mismo, para no compartir nunca las quejas de los que se sienten defraudados ni exaltarse en las cóleras que envilecen; para no medir con angustia el terreno que recorren los demás y el que tú mismo recorres (…) aceptarás tu divino fracaso definitivo y completo ante los demás, tu absoluto fracaso ante la gloria de una vez para siempre, tatuado de esta sola palabra tu cándido cuerpo, envolviéndote en ella como en un manto, para no sentir los otros fracasos de cada día, las menudas derrotas ante el leve propósito que se frustra, ante la partícula y el epíteto que traman nuestra vida y ese otro fracaso que eriza los cabellos en la soledad cuando nos sentimos impotentes ante el verbo y la esencia, incapaces de decir nunca esa sola cosa que queríamos decir…” (Rafael Cansinos Assens en “el divino fracaso”).

Y aunque parece, de la obediente lectura del libro, que dichas instrucciones nunca van a llegar, resulta que, después de 223 páginas y, a tan sólo 20 del final, nos encontramos con ellas. El autor nos las sugiere en inglés, quizás para que las aprehendamos con carácter más global, más universal:

-    You either play or play. Just do it. (O juegas o juegas. Simplemente, hazlo).

“Serás capaz de hacer de la necesidad virtud, de convertir la catástrofe en oportunidad”.

-    Make the right choice. (Escoge bien).

“Para fracasar mejor es preciso que al menos pueda haber elección”. “Escoge bien, piensa bien el Proyecto, dedícale el tiempo necesario a esa reflexión inicial que va a condicionar lo por venir, que marcará la calidad de tu fracaso”.

-    Think big. (Piensa a lo grande).

“Para que así el proyecto que elijas sea de verdad merecedor de tu fracaso. Porque como el fracaso será vital, el proyecto no puede ser pequeño”.

-    Believe with no hope. (Sin esperanza, con convencimiento).

“El que fracasa con esperanza y con convencimiento es simplemente ingenuo o directamente estúpido, y para fracasar mejor se precisa un cierto grado de inteligencia y es ésta la que niega la ingenuidad y por tanto la que a su vez rechaza la esperanza”.

“La falta de esperanza es crucial porque anula el efecto más pernicioso del fracaso, que no es otro que el desengaño, que a su vez segrega otro sentimiento deleznable, la frustración”.

-    It’s showtime. Show them what you have. (Hazte ver para que vean).

“Para que puedas cumplir la última de las instrucciones y asumas tu fracaso, es muy conveniente que además de saberlo tú lo sepan los demás (…) porque así te dejarán en paz”.

-    Live happy ever after. You may even dance. (Cómete las perdices, hasta puedes bailar).

Aceptado que el fracaso llega, y asumido sin culpa (“no hay culpa cuando sabes que vas a fracasar, cuando el único perjudicado eres tú”) y sin resignación, pero con enorme lucidez, no nos queda otra que disfrutar de ello. Como Zorba el griego cuando, al final de la película,  ve como su invento se desmorona montaña abajo y no se le ocurre otra cosa que ponerse a bailar. 

Adjunto
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