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Kilómetro Cero (Artículo)

Poco más de un mes ha bastado para que el “Indignados” de Hessel (reseñado en Know Square) lidere el ranking de libros más vendidos en España. La razón hay que encontrarla en el oportuno movimiento denominado 15-M, pero nadie se ha atrevido a interpretarlo como un acto de comunicación y marketing de la editorial. Yo tampoco, pero hay que reconocer que frente a lo sencillo se han impuesto otras cábalas y conjeturas. No es para menos. La coincidencia del asentamiento de los supuestos indignados en lugares conocidos de diversas poblaciones con las elecciones municipales y autonómicas le ha dado un matiz político que ya no tiene marcha atrás. Pero lo peor no es eso; lo peor es que ahora hay que aclarar el significado de la palabra de marras para que no te mezclen con la inconsistencia que se puede detectar en muchas de las declaraciones que han hecho estos “indignados”.

Oyéndoles, a ellos y a algunos políticos, me ha venido a la memoria aquel viejo principio que Lampedusa utiliza en "El Gatopardo". El escenario no puede ser más preocupante cuando recordamos que se trata de la Sicilia inmovilista. "Si queremos que todo siga como está, es necesario que cambie todo", dice uno de los personajes. Apañados estamos.

No obstante, no todo es malo. La acampada inicial, desde donde se proyectó el conocido movimiento, fue desde el Kilómetro Cero, situado en la Puerta del Sol de Madrid. Un punto de partida o el inicio de un camino hacia muchos sitios como representa el famoso icono madrileño. ¿Hacia dónde? Probablemente era ese el problema de los "indignados" y, probablemente, ese es el problema del libro de Hessel, porque no basta concluir con que queremos una sociedad mejor. Al fin y al cabo, eso es nada.

Dos meses después de las elecciones municipales y autonómicas me sorprende que nadie haya hablado de plantear en sus respectivas jurisdicciones algo parecido a un Presupuesto Base 0. Puesto a elegir caminos desde ese kilómetro 0 este es uno hacia donde deberían ir muchos de los políticos triunfadores. Es un engorro pero, antes de no saber hacia dónde ir, este puede ser un camino y parece que la Administración en su conjunto necesita que alguien aborde el tema y no esperar a que el ahogo económico lo imponga.

No es imaginable el resultado que daría y los impuestos que nos quitaríamos de encima porque, aunque no me incluyo en la nómina de los "indignados", yo también estoy indignado con el uso que se hace de mis impuestos. No es malo escuchar medidas tendentes a la reducción de asesores, de coches oficiales o incluso de límites de velocidad, el problema es que seguimos sin saber hacia dónde vamos y ya se sabe que el camino es más largo para esos.

Hay suficientes citas históricas de profundos filósofos que hablan del tema pero impresiona aquella cita que dice que "cualquier camino es bueno para el que no sabe dónde va". Entre otras cosas porque este tipo de movimientos suelen ser manipulables y, en consecuencia, manipulados por aquellos que lo tienen claro. La semilla está lanzada y es muy probable que asistamos al crecimiento de movimientos sociales que, en contra de lo que suelen pregonar, solo tiendan a servir para la ocupación del poder por el poder.

En política, estos momentos históricos son generosos en movimientos radicales que utilizan la crudeza semántica para sumar adeptos. Palabras fuertes, vacías de contenido que tienden a ilusionar a la masa y a su manipulación. Pura propaganda, en ocasiones disfrazada de ideología que, en interpretación de Jean-François Revel , ("El conocimiento inútil", Editorial Planeta, 1989) no es más que "una triple dispensa" : intelectual, práctica y moral.
 
"La primera –escribe Revel– consiste en retener solo los hechos favorables a la tesis que se sostiene, incluso en inventarlos totalmente, y en negar los otros, omitirlos, olvidarlos, impedir que sean conocidos. La dispensa práctica suprime el criterio de la eficacia, quita todo valor de refutación a los fracasos. (...). La dispensa moral –continúa Revel– abole toda noción del bien y del mal para los actores ideológicos; o más bien, el servicio a la ideología es el que ocupa el lugar de la moral".

Es su opinión, pero si buscamos en los textos de uno de los analistas de la manipulación de las masas, Wilheim Reich, en su época comunista, vemos que la reflexión del multidisciplinario Revel es bastante certera. En la primera edición de Roca de "La psicología de masas del fascismo" escrita por Reich (traducción de la edición alemana de Sex-Pol Verlag. Zurich, 1933), el autor recuerda que "ser radical quiere decir, según la definición del mismo Marx, tomar las cosas por la raíz".

Reich critica ese "marxismo vulgar que pretendía reducir toda la existencia humana al problema del paro y a los niveles de salarios" y recuerda como "fueron precisamente las masas empobrecidas las que ayudaron a la instalación en el poder del fascismo, es decir, de la reacción política más despiadada". Naturalmente habla de la crisis económica alemana y la coincidencia con el crash del 29.

El resultado es que Reich termina afirmando que "nuestra psicología no puede ser otra cosa que la búsqueda del factor subjetivo de la historia (entre comillas en el texto) (...) como lo hace la psicología reaccionaria y la economía psicologista contra el marxismo" y de ahí que resulte adecuado refrescar la cita de Revel, que no hace sino confirmar los caminos por donde transitan las llamadas a la ideología y cuál es su objetivo.

Personalmente tengo la impresión, y por eso la reflexión, que al denominado 15-M le seguirán nuevas plataformas sociales, cívicas, etc., todas pidiendo más democracia real como si ésta no lo fuera, al menos en teoría. El peligro de su manipulación o sus objetivos son lo que me preocupan como absoluto creyente en la democracia liberal y por eso mi reflexión sobre el significado del Kilómetro 0, un punto de partida para abordar reformas profundas que ahonden en la democracia liberal real y que, por unas causas o por otras, se ha ido diluyendo como los taxis en día de lluvia. Lo digo porque lo del azucarillo está ya muy visto.

 

Adjunto
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