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La gestión del futuro (Artículo)

Retomando el hilo de mi anterior artículo “El Rapto de Europa” después de pasado un tiempo prudencial, no cabe más que hacer un resumen de lo transcurrido en estas semanas para adentrarnos en el siempre difícil y complicado terreno de la gestión del futuro por parte de los diferentes políticos implicados en el tema, que no son pocos. Un tema apasionante donde, a pesar de las múltiples recetas que hay en los archivos, es difícil cocinarlas.

Escrito antes de las elecciones generales en España y anterior, en consecuencia, a la cumbre europea del día 9 de diciembre, en la citada colaboración planteaba la insospechada responsabilidad con la que se enfrentaban los políticos de ésta Europa nuestra herida por la crisis de la deuda. A ello sumaba la necesaria acción del nuevo Gobierno en España, abocado a emprender unas reformas estructurales tan profundas que no estaría mal, decía, que estuvieran bajo el paraguas de una transición europea que transformara la actual Unión en un Estado.

Partía y parto de una premisa: la moneda única es inviable, como se ha demostrado, si no hay una gestión centralizada. En estas circunstancias solo cabe mirar al futuro y gestionarlo, un auténtico nudo gordiano que alguien tendrá que deshacer o cortar, como también recordaba en otra colaboración más antigua. Las afirmaciones son gratuitas pero las preguntas son difíciles de responder porque ¿quién será el que dé el primer paso?

En los discursos de fin de año de los líderes europeos más significativos a día de hoy, que son tres, nos hemos encontrado, una vez más, con algunas de las cuestiones que hacen difícil la solución del dilema. La canciller alemana Ángela Merkel hacía un nuevo llamamiento a esa unidad que representa un poder único en Europa; el presidente francés Nicolás Sarkozy citaba la soberanía nacional y el primer ministro británico David Cameron, repetía su negativa alentado por una opinión, la periodística, que, en su mayoría, sacó a pasear en los días que siguieron al 9 de diciembre los fantasmas del siglo XX. Los recuerdos y la City coincidieron en que el "atrevimiento" de la Sr. Merkel bien se merecía sacar a pasear la palabra Reich y sus connotaciones.

En las semanas que han transcurrido no hay datos que permitan augurar nada bueno, en primer lugar porque la reunión del pasado mes no solventó la famosa crisis de la deuda que amenaza y atenaza con destruir los diez años del euro. ¿Cómo deben los políticos gestionar el futuro de las sociedades a las que representan? Como decía en el primer párrafo, un tema apasionante que conjuga historia, presente y futuro con un denominador común: la búsqueda de lo mejor. Hay mucha literatura sobre el tema y a ella recurro para entrar en el tema.

El hombre que se atrevió a escribir y publicar el terrible manifiesto" Yo acuso" en L’Aurore el 12 de enero de 1898 a cuenta del caso Deyfrus, Émile Zola, publica un libro, "Fecundidad", en el que muestra caminos interesantes para enfocar el análisis actual. Por ejemplo, escribe la siguiente reflexión, válida para los tiempos que corren a tenor de lo que inunda la prensa todos los días: "Un pueblo que tiene una constitución democrática, no puede vivir feliz sino a condición de que las costumbres sean más sencillas y las condiciones sean iguales. De otra suerte, todos se largan al campo de las profesiones liberales, al asalto del poder y de las riquezas que le dan; no hay quien aspire a ser funcionario, el trabajo manual les envilece y todos aspiran al lujo y a los honores para gozar sin tregua ni descanso, así como otros padecen".

Pero vayamos al grano con una reflexión que hace unas páginas más adelante y que trata de colocar, desde una visión de finales del XIX cómo busca cada grupo la referida Edad de Oro, es decir el futuro: "La edad de oro tan deseada la ponían los paganos en lo pasado, los cristianos en el futuro, los socialistas creen que hay que conseguirla en el presente". Es curiosa la cita para centrarnos en lo que es la labor de Gobierno en la situación actual o, lo que es lo mismo en la gestión del futuro que ahora demandamos desde la sociedad y con las diferencias que el tiempo deja cuando Zola habla de paganos, cristianos y socialistas.

Por orden, Sarkozy representa el pasado cuando habla de soberanía nacional, Cameron defiende el presente por los intereses que intenta mantener la City y Merkel representaría, aunque todo es discutible, el futuro. Esto en un ambiente social donde tiene una cierta consistencia la primera cita y donde en el fondo siguen latiendo los miedos de perder lo ganado, unas veces con socialistas adaptados a las democracias liberales y los liberales adaptados a ciertos esquemas de lo que hoy se llama socialdemocracia, como ha puesto de referencia, sin ir más lejos, el Gobierno español con sus recientes medidas.

Dicen que los siglos no empiezan por la fecha que marca el calendario, sino por los actos que revuelven los aspectos socioeconómicos. Pues bien, en Europa estamos gestando el nacimiento de un siglo. En la dimensión nacional lo decía hace bien poco José Félix Tezanos, director de la Revista Sistema de la Fundación del mismo nombre presidida por Alfonso Guerra y sociólogo de cabecera del socialismo español cuando hablaba de que el PSOE tenía que mirar al Siglo XXI para adecuarse a los cambios producidos y que están por producirse.

Y lo dicen los liberales cuando hablan de la asunción en la organización social de la tecnología como fórmula para avanzar sin saber muy bien que hacer con el enorme coste social que eso tiene, como ha pasado ya en otras épocas históricas. Lo que está claro es que lo que no tiene futuro es el estancamiento en las posiciones actuales porque, de alguna manera, hemos llegado al límite y el camino de la filosofía no abre nuevas vías para engarzar el presente con el futuro.

Para empezar a gestionar el futuro lo primero que hay que hacer es afrontarlo sin complejos. "... Aquel pesimismo implicaba un estado social morboso, pues en el fondo de todo pesimismo late una enfermedad", escribe Zola en las vísperas de entrar en el siglo XX. Y tenía razón. Había tanta enfermedad que generó los conflictos mundiales del 14 y el 39. Enfermedad de la sociedad, enfermedad en los sistemas y enfermedad en el poder. Feliz Año.

 

Adjunto
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