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La tercera rama: entre la literatura y la naturaleza (Resumen de la conferencia de Mónica Fernández-Aceytuno)

Casino de Madrid, último día de un gélido mes de febrero del año 2013. El Marqués de Tamarón presenta acertadamente a la conferenciante como un mirlo blanco: cómo habla de la naturaleza y cómo la describe, sólo se explica a través de su amor por ella. Menciona el introductor que sólo dos escritores han descrito así antes a la naturaleza: Emilia Pardo Bazán y Antonio Muñoz Rojas… Mónica ha escrito dos libros e infinidad de artículos, unos sueltos, otros entrelazados, y todos los ha pensado con un estilo que se mueve entre un lirismo sobrio y un lirismo surrealista, dice el Marqués de Tamarón, como una pintura de Durero: la autora recurre a la ironía, como Horacio, pero lo hace con ternura, con una mirada limpia, que no ingenua.

Mónica Fernández-Aceytuno no quiere que la definan como una escritora "de" la naturaleza, sino como una escritora "para" la naturaleza.  Se define como una empleada de la naturaleza, y afirma que ésta le paga en frases, o con la calderilla de las palabras…. Y que todo empieza con un folio en blanco… Sin embargo, la tierra es la más hermosa hoja en blanco que existe, nos dice. Ahora mismo, en este momento, los campesinos gallegos están trabajando la tierra: primero pasan con el tractor, luego con la azada, hasta dejar la tierra suelta y fina como harina, el humus de los siglos... En cuatro meses, un grano de maíz será más alto que ellos…

El gallego siembra semillas lanzándolas  al aire, como si fueran pájaros en vuelo. Mónica trata de hacer lo mismo al escribir de la naturaleza: se sienta y siente en su cocina de Carraceda, en una mesa de castaño claro, las camelias en las ventanas, el sol reflejándose en el estanque, el caldo en el puchero al fuego…trabajando.  Pero nos confiesa, con voz entrecortada que, ahí, sentada, con sus libros, con sus diccionarios, con sus notas, con todo lo que se ha escrito de la naturaleza, no sale nada, no brota la literatura… No importa el tiempo que le dedique. O al menos no se produce nada que ella crea que merece la pena. La inspiración existe, sí, pero en el caso de la literatura de la naturaleza, es mejor que no te coja trabajando, dice Mónica.

Y es que el campesino sueña la cosecha, pero las semillas le dicen "no me sueñes que me despiertas"… Ese soñar es lo fundamental: y es que en la literatura de la naturaleza no vale la voluntad, soñar no es suficiente, las palabras se van como tórtolas… O incluso peor, puedes caer en el precipicio de la cursilería, o acabar rellenando de flores un cementerio de palabras muertas... Pasa igual cuando echas migas de pan para que vengan pájaros: estos nunca llegan… En cambio, cuando sacudes un mantel, al rato vienen las aves, casi sin querer… O cuando plantas una parra por la sombra que quieres, y acabas queriendo los pájaros que vienen a comerse sus frutos... Todo lo que sucede espontáneamente sin que nada tengas que buscar: así es la literatura de la naturaleza.

Comenta Mónica que de jóvenes nos decían que teníamos que ser de ciencias o de letras… ¿Cuál es entonces la tercera rama? Pues es ese lugar adonde van a anidar los pájaros, es la bifurcación cercana al tronco, donde el árbol consigue un nido sin que intervenga la propia voluntad del árbol por albergarlo. Si te pones a trabajar, si quieres escribir y fuerzas la máquina, allí no sale nada que merezca la pena… Sin querer que los pájaros  aniden, éstos encuentran un cobijo allí donde el árbol pensaba que no aportaba nada. ¿Y qué hacer cuando no llega la inspiración? Mónica nos dice que hay que levantarse, ir a darse un paseo, observar como brilla el mar en mil centellas con el sol de la tarde, que hasta parece una sábana blanca de la luz que alberga, y mirar, mirar más detenidamente… Y es entonces cuando aparece la frase o la palabra… O acabas oyendo algo… Pero nunca cuando estás trabajando, nunca llega cuando te empeñas, sino cuando ella quiere…

¿Y qué necesitas entonces para que la literatura de la naturaleza se produzca? Necesitas tranquilidad, que por cierto no la tenemos nadie hoy… ¿O es que alguno de los presentes tiene tranquilidad en su vida?....Nos inquiere Mónica… Todos tenemos problemas, nos dice, y los problemas tienen una biología muy clara, y es que siguen una estrategia, que en ecología se llama la estrategia de la "r", que es la que siguen todos los microorganismos que se reproducen de forma muy rápida, con lo que tienden a colonizar el lugar y no dejar que otras especies, que siguen otra estrategia, la de la "K", con un crecimiento más lento, más seguro, pero más eficaz, puedan arraigar… Y también pasa en la cabeza del escritor, los problemas siguen la estrategia de la "r": nuestro pensamiento, como una hoja en blanco, se llena rápidamente de problemas, de malas noticias… Si no dejamos un espacio en blanco para la estrategia de la "K", si no reservamos un espacio para pensar, un lugar adonde vamos a imaginar, adonde vamos a soñar, pues no tendremos espacio para crear. Ese espacio privilegiado permite que una semilla que llegue, pueda germinar.

Empero, esa tranquilidad te lleva a un aislamiento, que en parte evita que incluso tengas una "vida social" al uso, pero es que escribir es otra forma de comunicar, quizás no tan intensa, pero que queda con el paso del tiempo, afirma Mónica. En la naturaleza, el motor de la especiación, el hecho de que haya tanta biodiversidad, viene del aislamiento: las especies más singulares, las endémicas, se dan en situaciones de aislamiento, y así, la literatura, también requiere de un aislamiento para proporcionar algo original, algo diferente.

Y el silencio…Nunca debe molestarte como escritor…Hay gente que le decía a la conferenciante que no iba a aguantar el silencio… Pero luego salía por la noche, y estaba tan a gusto, y veía las estrellas, y otra mañana escuchaba rumiar a las vacas, y otra tarde con el viento del sur le llegaba el sonido del aserradero, y con él la lluvia que caía poco después, y que a partir de ese momento asociaba al sonido del aserradero… O el paso del tren, que hacía mover las ramas de castaños y avellano… Y sus frutos acababan cayendo a la vía y en realidad escuchaba como el tren plantaba nuevos castaños y avellanos sin querer… Al final, no escuchaba el silencio, escuchaba todo menos el silencio, muchos sonidos que acababa identificando, que le aportan a Mónica el conocimiento de dónde estaba y del mundo en el que se encontraba.

Sin embargo, el propio autor, tú misma, confiesa la autora, eres la persona de la que menos te puedes fiar para el conocimiento: para todo en la naturaleza, siempre hay alguien que sabe más que tú. Del insecto más pequeño hay una tesis doctoral escrita por alguien, y sabes que esa persona sabe porque cuando le preguntas te dice: "Ay, no sé…No estoy seguro"… y duda. Esa es la prueba de que saben y esas dudas también te dan las claves de todo lo que quieras aprender... Y no sólo en la Universidad: también en el campo, los agricultores, en el mar, los marineros, con los cazadores, los ojeadores…

El amor por la naturaleza comienza por el nombre, dice Mónica: cuando pones nombre a una polilla, a una hormiga, empieza un amor… De hecho, en las aldeas, no le ponen nombre a los terneros si van a matarlos, porque por el nombre empieza un amor. Y Mónica confiesa que en ese momento entra en un lugar infinito, pero diminuto a la vez, que es el del mutuo reconocimiento, con todo lo que le rodea. Fomentar esto es fundamental: de lo contrario nos estaríamos perdiendo algo importante. Conocer la biología de cualquier ser, por muy pequeño que sea, hace sentir compasión por todo, porque entiendes entonces que es temporal, como tú misma, que la vida, corta para todos, es un instante también para ese ser.

Para Mónica, el orden de cada frase es un misterio y tiene un papel esencial… Todos tenemos un ADN…Con que varíe una letra, varía la especie, varia el ser. Todos nosotros somos una enciclopedia de letras colocadas en una escalera de caracol, que es el ADN… Con las frases que se le ocurren dando un paseo, le pasa lo mismo… Si no lleva un bolígrafo para apuntar, está perdida, ya que todo el camino de vuelta debe recordar el orden exacto de la frase, no puede, ni debe, ni quiere, cambiar una letra de sitio: si cambia el orden cambia el producto. La frase llega así, y así tiene que dejarla, tiene su estructura, tiene su ADN.

Concluye Mónica… Nos comenta que Julián Marías decía que una persona no podría llamarse así mismo "creador"… Y es que creador es el que crea de la nada, por lo tanto "creador" sólo hay Dios. Los demás podemos ser recreadores… y esto se ve mucho mejor con la pintura. Nunca ha visto Mónica, en el campo, enfrente de los álamos del río, una cola de gente observando el viento mover los álamos… Sin embargo, nos dice, intentad entrar en la exposición de impresionistas de la Fundación Mapfre…La cola de gente da la vuelta a todo el edificio… ¿Qué ha pasado para que el viento en los álamos, en directo, no llame la atención de nadie, y en cambio, ese mismo viento, pero representado en una pintura, provoque multitudes esperando para verlo?… Pues ha pasado, dice Mónica, que ese pintor ha filtrado esa imagen por su vida… Ha pasado que el pintor es capaz de recrear la naturaleza, y a nosotros nos entusiasma, porque es verdadero, y como es verdadero permanece… Y es que lo que no es verdadero, se lo lleva el mismo viento que mueve los árboles en el río…

En la literatura de la naturaleza esto lo ha conseguido Miguel Delibes, que escribe como si hubiera venido al mundo con el encargo de tomar nota de lo que existe, de lo que es verdad, de lo que merece la pena, para conseguir que no se vaya todo del todo… Y esto que parece un don, es una condena, porque se vio obligado a tomar nota de todo, y por eso estamos todos en deuda con él… Hay palabras que sólo se pueden pronunciar si se han vivido, y sólo cuando vives, puedes escribir y hablar de naturaleza.


(Adjuntamos como anexo a este resumen, en “Documentación relacionada”, la grabación de la lectura de un artículo titulado "La Fuente" con el que Mónica Fernández-Aceytuno cerró la conferencia.)

 

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Comments (2)

  • Isidoro

    Isidoro

    29 Abril 2013 at 08:02 | #

    Lamento no haber asistido a esa conferencia en la que se vertieron puntos de vista tan originales y positivos sobre la naturaleza. Solo una pequeña matización que, en realidad, sería objeto de toda una conferencia: cuando dice que "los campesinos gallegos están trabajando la tierra" debería mencionar explícitamente la labor de las mujeres gallegas en el trabajo de la tierra, porque, o mucho han cambiado las cosas desde los setenta o en aquellas tierras solo pude ver a mujeres trabajando. Los hombres ("os labregos"), mas bien, miraban, al menos en la zona donde residí durante tres años.

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  • Juan Fernández-Aceytuno

    Juan Fernández-Aceytuno

    30 Abril 2013 at 17:47 | #

    Te perdiste una gran conferencia Isidoro, la verdad es que sí. Como relator de la misma, te pido disculpas aunque eso fue lo que la conferenciante dijo...Por si puede ser útil, tal y como se recoge en el Manual de la “Nueva gramática de la lengua española” publicado por la Real Academia Española, (pág. 25, Madrid, 2010), se dice que "en el lenguaje político, administrativo y periodístico se percibe una tendencia a construir series coordinadas constituidas por sustantivos de personas que manifiestan los dos géneros (amigos/amigas, diputados/diputadas, alumnos/alumnas), y apunta que el circunloquio es innecesario puesto que el empleo del género no marcado (masculino) es suficientemente explícito para abarcar a los individuos de uno y otro sexo". ;-)

    Un abrazo fuerte,

    Juan

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