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Prevenir el declive en la era de la inteligencia artificial

Prevenir el declive en la era de la inteligencia artificial

 

Uno de los retos de los economistas es identificar las palancas del crecimiento del PIB y proponer las vías para que fructifiquen y sean lo más sostenibles posible. Los casos históricos más claros de impulso de la economía han estado asociados a olas tecnológicas que se engloban en 4 revoluciones industriales. Estamos inmersos en la cuarta, la vinculada al big data, internet de las cosas (IoT), robótica, inteligencia artificial (IA), blockchain, 5G, computación cuántica, ciberseguridad o nanotecnología.

 

 

Esta revolución se parece a las anteriores en su “destrucción creativa” (presente en la evolución del homo sapiens desde el mismo momento de su aparición) que aumenta el nivel medio de renta y bienestar.

Pero existen dos grandes diferencias respecto a las tres anteriores (y que, a su vez, están conectadas). La primera es que vulnera la privacidad. La segunda es que su desarrollo e implantación está siendo diferente por países en función de si se prioriza o no, precisamente, la privacidad. Esto es muy claro en el caso de la IA/big data/IoT, sin duda uno de los motores del crecimiento económico reciente y de los próximos años.

En Europa, se impone la privacidad de los datos; en EEUU y China la carrera por el liderazgo en las nuevas tecnologías. “EEUU y China ya ha comenzado una dura pugna por la hegemonía tecnológica, con una Guerra Fría 2.0 incluida. Europa apenas batalla. El colofón es una brecha tecnológica que se abre cada vez más rápido, con una pérdida de competitividad de nuestras empresas que nos acerca a un abismo de desaceleración económica, de desempleo y deuda pública”.

Pero el dato, por sí solo, no vale mucho; es petróleo que debe ser refinado para convertirlo en gasolina y poder ser usado[1]. La disrupción tecnológica que permite aprovechar el big data es la IA que, según los autores, “ayudará a curar enfermedades como el cáncer o el Alzheimer, afrontar con éxito el cambio climático, luchar contra pandemia Los sectores disruptivos como la IA, además de generar más riqueza y empleo que los tradicionales, son necesarios para enfrentarnos a los grandes retos de nuestro tiempo… La IA y los drones revolucionarán nuestra agricultura con cultivos inteligentes y explotaciones de alta precisión. La robótica, la automatización o la impresión 3D tendrán un impacto brutal en la industria manufacturera, reduciendo el coste de la producción en cadena y eliminando cualquier posibilidad de error. La conducción autónoma reinventará el sector del transporte y hasta a nuestras propias ciudades que se convertirán en entidades “inteligentes” sensorizadas para “hablar” con nuestros coches”. Y añado que, en mi opinión, servirá para aumentar la inclusión financiera.

En “Prevenir el declive en la era de la Inteligencia Artificial”, Luis Moreno y Andrés Pedreño realizan un diagnóstico del estancamiento europeo, que sería el resultado de varias causas, entre ellas:

  1. La preferencia por la adaptación tecnológica y la innovación frente a la disrupción.
  2. El “miedo al progreso tecnológico”, que recuerda al movimiento ludita en el s.XIX (protestas por el temor a que los nuevos telares y la reorganización del trabajo destruyera empleos).
  3. Falta de cultura emprendedora.
  4. Falta de universidades verdaderamente comprometidas con el emprendimiento.
  5. Falta de promoción de los éxitos de las startups.
  6. Diferencias de escalabilidad, ausencia de un mercado único digital, dificultad idiomática entre países y las normativas comunes como lastre para las startups europeas frente a las de EEUU o China.
  7. Inversión excesivamente dependiente del sector público.
  8. Ausencia de ecosistemas digitales.
  9. Políticas educativas demasiado tradicionales.
  10. Liderazgo normativo que está sirviendo más para perjudicar el desarrollo tecnológico que para proteger a los ciudadanos. Privacidad sobredimensionada.

Atención al comentario de los autores: “Debemos alejarnos de la visión del empresario como un enemigo público –algo muy común en algunos círculos políticos- y de la del sector público como un lastre para las empresas –corriente que predomina en otras esferas- para obsesionarnos con la búsqueda de la eficiencia y la disrupción”

Y, además, abre los ojos sobre la existencia de ecosistemas en zonas que, me temo, son desconocidas por la mayoría, o las asociamos a otras actividades: “Aunque sea imprescindible contar con grandes tecnológicas disruptivas, también será necesario potenciar un “minifundismo digital” ... La economía digital siempre se ha alejado de los grandes centros urbanos industriales y financieros. Masificación y concentración de economía tradicional y coste de vida más alto no son buenos ingredientes para el desarrollo de las tecnologías digitales…. Las ciudades medias con calidad de vida han demostrado su competitividad para la economía digital”.

“No es solo educar, es generar talento. No es investigar, sino crear ecosistemas. No es la innovación, es la disrupción”.

 

[1] Como bien señala Ángel Gómez de Ágreda en Mundo Orwell, “No se obtiene la misma información de 5.000 piezas sueltas de un puzzle que de 2.000 de ellas ya colocadas en su sitio”.

 

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Autor

David Cano

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