José María Vazquez Quintana (Doctor Ingeniero de Telecomunicación y ex Presidente de la CNT)
Identificar mejor las dos funciones económicas principales de un país: Producir por un lado y distribuir por otro....
(1) España, año 2019: enumera qué tres problemas (económicos, sociales ó políticos) como país y por orden de importancia, deberíamos tener resueltos antes de ese año.
En el terreno político:
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Elevar al español a la categoría de ciudadano. Supone que decide no pertenecer a una parcialidad predispuesta para él por los partidos políticos. Supone que no entiende considerarse adversario -y mucho menos enemigo- de otros ciudadanos por razones de preferencia política. Supone que es consciente de que la soberanía reside en él, siente la responsabilidad de su ejercicio y exige a los políticos que gobiernen conforme a sus preferencias, las del conjunto. Supone que ningún político, cuya obligación de servir a todos es tan obvia, se crea obligado a declarar que gobernará para todos como si fuera un rasgo de generosidad. Supone que no tolerará gobernantes que prefieran satisfacer a unos frente a otros ciudadanos.
En el terreno económico:
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Identificar mejor las dos funciones económicas principales de un país: Producir por un lado y distribuir por otro. Separadas conceptualmente ambas funciones, aplicar a cada una de ellas las medidas que estimulen su mejor desarrollo. Dejar espacio al instinto egoísta humano a la hora de producir, para estimular el esfuerzo y la búsqueda del acierto individual frente a los demás. Aplicar una fiscalidad que establezca la armonía de la distribución de recursos usando criterios distintos de los anteriores: Primero, cubriendo los derechos mínimos de todos los ciudadanos, hayan producido o no, actuales y futuros. Segundo, acercando las percepciones finales a la contribución de cada uno a la creación de la riqueza, gravando más aquellas percepciones basadas en la especulación, la ventaja informativa o el favor.
En el terreno social:
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En correlación con la elevación del español al nivel de ciudadano, elevar también sus expectativas, su responsabilidad y su ambición profesional desde el nivel de trabajador por cuenta ajena al de trabajador por cuenta propia. Reducir la desproporción de exigencias y responsabilidades frente a la Administración entre ambos tipos de profesionales. Aumentar la protección del trabajador autónomo a los mismos niveles del trabajador por cuenta ajena. Romper el sobreentendido de que los jóvenes deben ser educados y prepararse -incluso en la Universidad- con el objetivo de ser "empleables" por cuenta ajena. Poner a la Administración al servicio del ciudadano.
(2) España, año 2019: enumera qué tres características (principios, herramientas de gestión, objetivos) deberían tener las empresas españolas ese año para ser reconocidas como empresas modelo, creadoras de valor económico y social.
Principios:
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Generar la mayor riqueza posible. Hacer una primera distribución que relacione lo que se percibe con la contribución real a lo producido. Permanecer en el tiempo. Actualizarse permanentemente. Crear y mantener una cultura propia, y una imagen de calidad y solvencia acorde con aquella. Exigencia y lealtad con los colaboradores -empleados, ejecutivos, suministradores.
Herramientas de gestión:
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Procesos informatizados capaces de recoger, presentar y poner a disposición la información necesaria dónde y cuándo se requiera para la producción y la venta. Procesos de relación e información al cliente amigables para éste, en los que no tropiece, combinando las aplicaciones informáticas más avanzadas con intervenciones humanas suficientes. Sistemas capaces de recoger los defectos.
Objetivos:
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Ganar dinero. Diferenciarse en mejor. Satisfacer al cliente. Facilitarle toda la información que requiera. Averiguar lo que espera y no defraudarle. Intentar darle más de lo que espera. Resolverle, sin esfuerzo por su parte, sus contratiempos con los productos o servicios.
(3) España, hoy: enumera qué tres recomendaciones concretas nos darías hoy, para que cada uno, desde nuestra responsabilidad, trabajásemos de forma coordinada para conseguir los objetivos anteriores.
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Educar para la ciudadanía. Desarrollar un fuerte espíritu de supremacía del criterio y preferencias de cada ciudadano frente a quienes reciben su mandato. Desarrollar una jerarquía de valores en los ciudadanos que ponga a la par a cada uno de los demás, pero ponga de relieve el carácter instrumental y subordinado del poder político frente a los intereses propios del conjunto de los ciudadanos. Complementando lo anterior, deben aceptarse las pautas de comportamiento que ahora se predican para los ciudadanos y que siempre se han predicado para los súbditos, pero como no como objetivo ni como rasgo propio de los ciudadanos, sino como cesión al carácter de súbdito que permanece, no como objetivo, sino como condición necesaria para la convivencia entre ciudadanos. Responsabilizar a los ciudadanos de sus comportamientos y elecciones. Desarrollar en los ciudadanos un fuerte espíritu crítico sobre la seducción política y mediática, y facilitar criterios para identificar tales comportamientos. Desarrollar un fuerte espíritu de exigencia del ciudadano sobre la transparencia, la dedicación y la subordinación de las Administraciones públicas a sus deseos y necesidades, hasta hacer admisibles limitaciones sólo justificadas por el mejor derecho de otro ciudadano concreto.
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Desarrollar la misma idea vista ahora para los mandatarios políticos y también para los ciudadanos en cuanto cualquiera de ellos asume un compromiso con otros, sea como trabajador, como empleador o como proveedor de servicios. Desarrollar en particular su sentido de responsabilidad respecto al compromiso que asume, asociándolo a su exigencia de obtener una correspondencia justamente establecida.
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Avanzar lo anterior, propio de un proceso educativo de larga maduración, creando foros en los que tales principios sean recordados, puesto que declarados lo suelen estar, al lado de estudios y análisis críticos sobre las prácticas reales de cada momento, como forma de llamar la atención sobre tales prácticas que inhiben el desarrollo del individuo en el plano político, en el económico y en el social.