Es cierto que se puede tener mayor o menor facilidad natural para profundizar, según la forma de ser de cada uno, pero la hondura de espíritu es algo que puede y debe excavar cada uno, observando, escuchando, leyendo, reflexionando: así se adquiere profundidad, se logra una mejor comprensión de la realidad, nos hacemos más humanos, más preocupados por vivir cercanos a la verdad y al bien.
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