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I+D+i (Impulso+Duda+impaciencia) (Artículo)

No te arredres. La ergástula es oscura,
La firme trama es de incesante ...

No te arredres. La ergástula es oscura,
La firme trama es de incesante hierro,
Pero en algún recodo de tu encierro,
Puede haber una luz, una hendidura.

Jorge Luis Borges, para una versión del "I King"

Si no investigas estás fuera de mercado pasado mañana, si no desarrollas lo estarás mañana, si no innovas tu futuro fue ayer, y si no perteneces a ninguna red social, es que no existes.

En román paladino, en ciberlenguaje, en jerga tecnológica, en terminología estratégico-empresarial, o en esperanto, ésos son los mensajes que recibimos en la inmersión mediática en la que nos ha sumergido tanto evangelizador digital, que se sube al estrado para garrapatear futuros inventados, que no virtuales ni empíricos.

El Impulso a la investigación, no se transformará en riqueza: si a los investigadores se les somete a un igualitarismo que les hace iguales a cualquier otro trabajador de bata blanca, si la sociedad vive de espaldas a un futuro que le espera a la vuelta de la esquina, si la yoyótica impide al ciudadano preocuparse de lo que hay más allá de la burbuja digital que le han fabricado, y si los dirigentes-no-políticos-en ejercicio no salen a la palestra para explicar eso del impulso a la investigación: quién, cuánto, cómo y dónde, el quadrivium del progreso.

En los acelerados tiempos que corren, la Duda, aunque parezca un contrasentido, se ha convertido en auténtico motor empresarial, pues habitamos en un periodo de entorno incierto, agravado por la letra (Ley del audiovisual) o la música (Ley de la economía sostenible), que suelen aparecer por sorpresa en la parte superior donde se inserta la real firma. Objetivos estratégicos móviles y escenarios virtuales constituyen la piedra berroqueña sobre la que, con nuestro cincel de silicio (I+D+i), deberemos moldear el futuro empresarial que nos ocupa y alimenta. En estas circunstancias, Darwin podría moverse a sus anchas, pues no sólo es cuestión de tener una buena hoja de ruta, hay que estar dotado de músculos potentes y ágiles para caminar por ella.

La empresa que no tenga ninguna revolución pendiente, parece estar fuera de su tiempo. En cualquier conferencia, mesa redonda o jornada, los gurús de programa, te lanzarán dos o tres revoluciones pendientes; a la salida del evento se te queda neurona de tonto al hacerte una pregunta de difícil respuesta ¿Y cómo he podido subsistir hasta ahora sin revolucionarme? Esta pregunta suele transformarse en una impaciencia real, para tratar de recuperar un pasado virtual perdido.

Casi todas las flechas que aparecen en los esquemas operativos suelen tener la misma longitud, lo que nos lleva a la conclusión inconsciente de que el factor tiempo no existe ni se aplica a la metodología sintetizada en el dibujo. La realidad es bien distinta, pues para lograr una innovación paciente deberán tenerse en cuenta tres factores temporales imprescindibles: TTM, bien conocido por todo ejecutivo que se precie de serlo, al que habría que añadir, un TTS (Time To Success), y otro aún más importante, TTF (Time To Failure). La relación entre estos factores podría resumirse así: TTF<>TTM.

El principio de causalidad no suele ser aplicable en el entorno socioeconómico, deberíamos recurrir a los principios del I Ching, para darnos cuenta que las mismas metodologías, estrategias u lo que sea, no siempre forman al caer la misma figura. No por mucho innovar, amanece el éxito más temprano, pero si no madrugas, el éxito pasa de ti.

 

Adjunto
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