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¿Qué hacer? (Artículo)

El autor plantea la hipótesis de que es la falta de teoría la que impide salir de la crisis económica y social en la que estamos sumergidos. Para él, la sociedad no ha asumido el significado de globalización que es, simplemente, un concepto que refleja la comunicación instantánea. Velocidad y revolución van más unidas de lo que parece.

Hace 106 años, Vladimir Ilich Ulianov, más conocido por Lenin, escribió un texto que tituló ¿Qué hacer? El momento, de confusión en la vanguardia revolucionaria, lo requería. Había muchas opiniones y poca acción. Con una cierta lucidez escribió: "frases altisonantes contra el anquilosamiento de la idea, encubre la impotencia en el desarrollo del pensamiento teórico". La coincidencia es grande con el momento actual.

Mucha crítica pero pocas soluciones que aclararan como lograr el objetivo que, en este caso, era llevar a cabo la revolución obrera subvirtiendo el orden establecido y advirtió que "SIN TEORÍA REVOLUCIONARIA TAMPOCO PUEDE HABER MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO". ¿Qué hacer? fue un punto de inflexión definitivo en la teoría de la revolución, la base para desarrollar las ideas que darían paso a la imparable marcha de los bolcheviques en la dirección del movimiento que acabó con la Revolución de Octubre y la implantación del régimen comunista en la Rusia zarista.

¿Necesitamos una revolución? Probablemente no, pero sí que necesitamos una teoría que explique y que ponga marco a la nueva época que se viene gestando desde hace años. Unos ponen la fecha en el año 1989 cuando el 9 de noviembre cayó el Muro de Berlín; otros lo ponemos en el inicio de la era de las nuevas comunicaciones que tienen su origen en Internet, un sistema que se había empezado a desarrollar en 1969 y que se inauguró, por decirlo de alguna manera, en 1990. La coincidencia de fechas resulta muy explicativa y supongo que no es una casualidad.

Otro ejemplo más que significativo para detectar un cambio de época, y supongo que tampoco es casual, es el caso de Lehmann Brothers. Oficialmente, la quiebra del santuario de la banca de negocios que era la entidad financiera estadounidense desata y pone de manifiesto la gran crisis económica que se abate sobre todo el mundo en la actualidad. Efectivamente, el 15 de septiembre de 2008, la quiebra de Lehmann nos metió a todos el miedo en el cuerpo y el fantasma de la crisis financiera, económica y social del 29 cobró cuerpo.

Todos los especialistas han rebuscado en la historia de aquellos años para encontrar paralelismos, semejanzas y similitudes para intentar buscar soluciones. Creo que se han confundido de página. Lehmann había nacido 158 años antes, es decir, en 1850 al calor de la nueva estructura económica marcada por la Revolución Industrial, cuyo inicio, ¡que casualidad!, la podemos fijar el 15 de septiembre de 1830, fecha de la inauguración del trayecto de ferrocarril entre Liverpool y Manchester.

La velocidad de comunicación entre dos puntos, al igual que Internet, iba a ser el reflejo más elocuente de que la sociedad ya estaba preparada para dar otro salto hacia delante en el camino de la civilización. No era para menos. Hasta entonces, y después de miles de años de existencia de la Humanidad, una distancia de 170 kilómetros no se podía recorrer en menos de diez horas, lo que significa una media de 17 kilómetros a la hora. El primer tren que recorrió el trayecto entre las dos ciudades inglesas citadas lo hizo a una media de casi 28 y un año antes, en 1829, George Stepheson, al que se le adjudica el descubrimiento de la máquina de vapor, "voló" a 47 kilómetros por hora con la pionera The Rocket.

Velocidad en la comunicación y revolución social parece que van unidos y la sociedad en general, y los gobernantes, tanto políticos como económicos, en particular, no lo hemos percibido ni sabido interpretar. Los cambios económicos y sociales que hacían presagiar los cambios tecnológicos se han acumulado en los últimos años. Esa sí que era una burbuja que ha ido creciendo hasta estallar.

Sepultados por el volumen de información que pone todos los días encima de la mesa la tecnología, no hemos sido capaces de detectar la larga lista de cuestiones que iban quedando fuera de control. La incapacidad de asimilar lo conocido se ha revelado como una gran cortina de humo que ha impedido reflexionar sobre aquellos fenómenos que modifican los comportamientos sociales.

Por citar algunos temas, ahora sabemos que para muchas de las cabezas pensantes que rigen el Planeta las nuevas tecnologías y su aprovechamiento, los efectos del aumento de la población, los efectos del desarrollo de países antes atrasados, el fin de la polarización, la puesta en escena de un gigante como China ¡que ya era gigante hace muchos años!, la escasez de agua, la escasez de los recursos energéticos convencionales, los efectos de dos monedas en las transacciones en el comercio internacional, los nuevos flujos de capital, las expectativas de todas y cada una de las personas que habitan en el Planeta, las masas de dinero incontrolado fruto de comercios prohibidos, la corrupción y un largo etcétera eran desconocidas y eso que estaban, y están, rodeadas de formidables equipos humanos.

Como Lenin en 1902, todos nos preguntamos: ¿qué hacer? Probablemente nos recordaría que él llegó a la conclusión de que sin teoría revolucionaria tampoco puede haber soluciones efectivas. Tomemos nota.

Adjunto
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