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La información, un poder al alcance de todos (Artículo)

No cabe la menor duda de que la información y su control y distribución posee, en sí misma, el poder para derrocar gobiernos. Desde hace innumerables años se viene diciendo de forma coloquial que la información es poder. Sin embargo, pocas personas eran conscientes de dicha afirmación hasta hace relativamente poco. El advenimiento de las tecnologías de la información, también conocidas como Internet, ha marcado un antes y un después en la historia de la humanidad. Al igual que la imprenta de Gut...

No cabe la menor duda de que la información y su control y distribución posee, en sí misma, el poder para derrocar gobiernos. Desde hace innumerables años se viene diciendo de forma coloquial que la información es poder. Sin embargo, pocas personas eran conscientes de dicha afirmación hasta hace relativamente poco. El advenimiento de las tecnologías de la información, también conocidas como Internet, ha marcado un antes y un después en la historia de la humanidad. Al igual que la imprenta de Gutenberg cambió para siempre el curso de la historia, Internet es una de esas tecnologías disruptivas en extremo.

Lo mismo que sucedió con la imprenta, los efectos de la revolución de Internet solo están empezando a ser evidentes en años recientes. Ahora ya es más que evidente, tras el colapso de innumerables instituciones sociales, como los sellos discográficos (Sony, EMI, …) o las editoriales y periódicos de alto impacto (New York Times, Wall Street Journal, …), que se ha producido un cambio irreversible en la sociedad.

¿Qué es lo que ha provocado semejante colapso? ¿Qué proporciona Internet que ha catalizado tamaño cambio? La respuesta para muchos de nosotros es simple: el acceso a la información. Pero, ¿qué es la información? De acuerdo a diversas acepciones etimológicas, podríamos decir que la información es un estado de un sistema de interés, es decir, conocimiento, significado, instrucciones, comunicación, etc. Sin embargo, lo que vulgarmente llamamos información, generalmente hace referencia a un mensaje, esto es, la información materializada.

Internet ha proporcionado un medio eficiente de transmitir mensajes, es decir, información materializada, de una punta del globo a la otra de forma inmediata. La especie humana es, de todos los seres vivos, una de las especies más sociables que existen en la naturaleza. Mucha de nuestra genética, está orientada a la sociabilidad. No obstante, nunca hasta ahora habíamos sido capaces de comunicarnos y transmitir información a gran escala de forma eficiente.

En los orígenes la comunicación era uno a uno. Con la invención de la imprenta, este modelo cambió radicalmente, de la noche a la mañana (realmente fueron décadas) la comunicación pasó a ser de uno a muchos. Esto nos permitía, como humanos, comunicarnos mucho más eficientemente, transmitir nuestro mensaje a muchos individuos, a un coste mucho más bajo. Tanto la radio como la televisión fueron avances tecnológicos que fomentaron todavía más el modelo anterior.

Y llegó Internet... De repente el modelo de comunicación pasó de ser, de uno a muchos, a ser un modelo de muchos a muchos. De ser una comunicación unidireccional en muchos casos, a ser bidireccional.

La gran pregunta es entonces, ¿qué tiene la información que la hace poderosa? Existen muchas explicaciones, pero probablemente la más sencilla sea la de que los mensajes, el conocimiento, los significados, son el combustible de cualquier decisión humana. El cerebro humano funciona, a gran escala, de una forma muy simple, se basa en el principio lógico formal de acción y reacción, es decir, una serie de acciones implican una reacción, A → B. La maximización de las acciones permite a los humanos ser racionales y tomar (en teoría) mejores decisiones que aseguren nuestra supervivencia.

Evidentemente, el humano que mejores decisiones toma a lo largo de su vida, tiene más opciones de sobrevivir en esta sociedad. Lógicamente, unas mejores decisiones nos permiten sortear y manejar nuestro entorno, y en consecuencia, se traducen en poder e influencia sobre el resto de personas.

El tener más información no implica que las decisiones que se toman sean mejores o más racionales. La mente humana requiere un entrenamiento que le permita hacer buen uso de esa información disponible. No solo eso, sino que la información, por abundante que sea, no siempre es de la máxima calidad, es decir, el mensaje no siempre contiene información. En muchos casos, especialmente en los tiempos que corren, muchos mensajes solo transmiten ruido y no información.

Ahora bien, cuando la comunicación era unidireccional, tanto el contenido, información, de los mensajes, como su distribución, estaba regulada por unos pocos. Los llamados guardianes o gatekeepers de la información. Han existido innumerables figuras, desde los monjes copistas, pasando por los editores de libros hasta las cadenas de televisión. Eran estas figuras las que controlaban el flujo de información, y por tanto los que tenían el verdadero poder sobre el resto de las personas. Los guardianes tenían acceso a todo el caudal de información, se enriquecían de él, aprendían y tomaban decisiones estratégicas en base a estos mensajes. Sin embargo, lo que dejaban pasar al mundo era una versión censurada o sesgada de este caudal inicial.

Internet ha dinamitado esa figura del gatekeeper. Ya no es posible controlar los flujos de información. Ese poder concentrado en unos pocos ya no existe. Internet ha permitido la diseminación de la información a todas partes. No solo ha permitido su transmisión casi sin límites, sino que ha proporcionado herramientas para que más personas transmitan sus conocimientos, su información.

Entonces, si ya no existen los guardianes de la información, nadie tiene el poder, ¿no? No es del todo cierto. Como con todas las historias, los sucesos se repiten y han surgido nuevos protectores de la información, los Googles, los Facebooks, los Twitters. Estas empresas canalizan los flujos actuales de información. Sin embargo, al contrario de lo que sucedía en siglos anteriores, estos flujos inalterados (hasta cierto punto) están a disposición de cualquiera. Esto significa, que hoy por hoy, cualquier persona tiene acceso a una cantidad ingente de información que puede usar a su discreción.

El problema ahora ya no es el acceso al caudal de mensajes sino filtrar el ruido de la información. Esta, y no otra, es la barrera real del poder de la información. Aquel que posea el intelecto y las herramientas necesarias para superar esta barrera será todopoderoso con respecto a sus compañeros e irá siempre varios pasos por delante, lo que le permitirá, con mucha probabilidad, sobrevivir mejor y dominar su entorno.

Alejandro Barrera

Adjunto
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