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El mundo que nos viene

Resumido por Juan Fernández-Aceytuno, miembro del Jurado de los Premios Know Square

Editorial Deusto

Autor: Josep Piqué

 En Know Square siempre hay un hueco para el análisis geoestratégico, lo que entendemos permite a nuestros lectores vislumbrar, desde diferentes puntos de vista, el debate de hacia dónde se mueve la sociedad en la que vivimos. Al igual que el año pasado lo hicimos con la obra “Así se domina el mundo” de Pedro Baños, este año el Jurado ha destacado el libro de Josep Piqué que reseñamos, no tan detallado y técnico como el anterior, quizás, pero que aporta una visión global en un lenguaje asequible y fácil de entender por parte del lector.

 El proceso de preparar el resumen de un libro, podría ordenarse y seguir metafóricamente las tres fases de la cata de un vino: la visual, la olfativa y, por último, la fase gustativa.  En la fase visual, podríamos decir que se trata de un ensayo de 250 páginas, incluyendo un índice y una original forma de presentar la bibliografía recomendada, que merece la pena consultar. Tanto la portada como el papel es de una excelente calidad, y el tipo de letra suficientemente grande como para encontrarnos un libro agradable de tener entre las manos y leer cómodamente. Sólo recomendaríamos al autor y al editor incorporar en la próxima edición sencillos mapas geográficos en los que se incluyan las zonas mencionadas, porque, créanme, tendrán que acudir al Atlas al leer este libro.

 En la fase olfativa, que aquí relacionaremos con el contexto, con quién escribe el libro y por qué se publica, entendemos que Piqué ha encontrado una oportunidad de actualizar y ampliar su anterior libro, “Cambio de era”, Editorial Deusto, 2013. En efecto, Josep Piqué nos proporciona un delicioso ensayo que en el fondo trata de responder a las preguntas de hacia dónde va el mundo, qué grandes tendencias mueven la política internacional, qué amenazas y riesgos afrontamos y, por último, si sobrevivirán o no las democracias liberales.  Pero lo hace con España y Europa como centro del círculo, trazando con el compás otros círculos concéntricos que nos permiten entender el contexto, el resto de las regiones y su papel en el mundo, dejando eso sí varias preguntas abiertas sobre el futuro de Europa. Es, como el propio autor reconoce el prólogo, un libro de análisis geopolítico.

Finalmente, en la fase gustativa, destacaríamos algunos mensajes, pequeños sorbos, que permiten profundizar en matices que el autor deja entrever. El primero de ellos lo centra en Estados Unidos, un país encadenado a su destino, con una innovadora bipolaridad, desconocida hasta el momento, y que es tanto externa como interna. Finalmente, en la fase gustativa, destacaríamos algunos mensajes, pequeños sorbos, que permiten profundizar en matices que el autor deja entrever. El primero de ellos lo centra en Estados Unidos, un país encadenado a su destino, con una innovadora bipolaridad, desconocida hasta el momento, y que es tanto externa como interna. 
Continuaríamos con el Brexit, con cuatro razones de división interna (1) Inglaterra Vs. Gales (2) Metrópoli/Urbe Vs. Mundo rural (3) Dirigentes Vs. Clases medias (4) Fractura entre jóvenes y mayores, que ofrece como resultado un repliegue anglosajón, en un movimiento regresivo nacionalista y antiglobalizador, una tragedia para UK en términos históricos y estratégicos. Mientras tanto desde Europa, donde dimos por irreversible la construcción europea, y donde no quisimos o no supimos ver las consecuencias de la última ampliación, de no ser capaces de acordar una Constitución europea, junto con las implicaciones económicas y sociales de la crisis de 2007.
A continuación, China, donde sostiene Piqué que no estamos ante una guerra ideológica, después de 50 años de Guerra Fría, sino de intereses de poder más pragmáticos de una nación que en 1995 suponía el 5% del PIB mundial, y que en 2025 supondrá el 25% del mismo. China no es una nación, es una civilización que ofrece garantizar a su población un crecimiento económico a cambio de que no se cuestione su poder interno. Cuentan con la gran ventaja de poder actuar a 50 años vista, no tienen prisa, lo que se traslada a una actitud de contención y ausencia de agresividad formal, sin ocultar sus intenciones, por ejemplo, a través de la nueva Ruta de la Seda, situando al Estrecho de Malaca como nuevo centro geográfico mundial, por donde circulan tantos barriles de petróleo como por el Estrecho de Ormuz.
Seguiríamos con Rusia, a quien Churchill definió como “un acertijo, envuelto en un misterio, dentro de un enigma”, y donde no tiene claro si es potencia regional o mundial. Su rol como potencia energética, petróleo y gas, su empeño en la Guerra Asimétrica (ciberataques), el control sobre el agua, y el acceso al Atlántico y al Pacífico gracias al deshielo del Océano Ártico, hace que siga intentando destacar, y que la Guerra Fría no haya concluido.
Continúa con Oriente Medio, sede de un gran conflicto de fondo, la lucha sectaria y geopolítica por la hegemonía en el mundo musulmán, donde el islam como religión (no confundir con el islamismo como ideología) todavía sufre problemas de interpretación, con 1.200 millones de creyentes en distintas doctrinas. Y por último, mientras, en Europa pensamos que como somos distintos podemos ser independientes, cuando la tozuda realidad es que quien no conoce su historia no sabe quién es. El viejo continente sigue pendiente de digerir su ampliación hacia el este, la Gran Recesión de 2007, los nacionalismos (Brexit, Italia) y el efecto de la Guerra Comercial entre EEUU y China. Europa, sin embargo, no puede eludir representar cabalmente la síntesis neo-occidental, en un mundo post-occidental.
A modo de cierre, me quedo con el comentario de Antonio Garrigues Walker sobre el libro de Piqué, en su reciente obra: “Manual para vivir en la era de la incertidumbre”. En concreto, escribe Garrigues: “Josep Piqué habla de la síntesis neooccidental y pone en contexto sin dramatismos qué podemos esperar del cambio de eje político-económico hacia el Pacífico y el Índico. Según Piqué, vamos hacia una globalización de mucho peso económico asiático pero gobernada según parámetros y valores clásicos de Occidente, desde los relacionados con la democracia, los patrones de consumo o las costumbres sociales. De ahí la síntesis neooccidental entre economía de Oriente y valores de Occidente” … y añade: “las posibilidades de que China se adapte a nuestras costumbres y libertades políticas a largo plazo es bastante más probable que lo hagamos nosotros a sus formas”. 

 

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