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Elogio del tiempo libre (Artículo)

En nuestra vida cotidiana, el tiempo se erige como un recurso del que disponemos todos en la misma cantidad aun cuando no lo vivamos con la misma calidad. Es por ello que debemos entender que una buena gestión del tiempo en nuestras vidas es fundamental para encontrar un equilibrio necesario entre las diversas actividades que desarrollamos, y muy especialmente entre el trabajo y el ocio. Debemos reivindicar a las ocupaciones (educación, arte, música, deporte, internet, turismo) como modelos para enriquecer el tiempo libre. Ocupar las horas en la curiosidad, la imaginación y el juego se le puede llamar tiempo libre positivo porque dignifica a la persona, estimula su creatividad artesanal, le permite cultivar sus facultades y la conduce finalmente a un plano de autorrealización.

El sistema industrial, que nos ha proporcionado la mayoría de nuestro tiempo libre, encara ahora una crisis, pero si analizamos con detenimiento esa crisis podremos convenir que efectos de la misma como el paro no son más que la natural consecuencia del desarrollo tecnológico. Todo a nuestro alrededor posee un límite, los mismos conceptos de las formas y los espacios llevan intrínsecamente la idea de límites, la naturaleza se autorregula también según sus propios límites. Partiendo entonces de este principio universal es preciso puntualizar que los límites del sistema industrial son impuestos por el paro y la inflación, de modo que el paro no es un problema coyuntural, como a veces se cree, sino un mecanismo forzoso mediante el cual el progreso obliga a la sociedad industrial a reducir la cantidad de trabajo del hombre.

El cambio tecnológico no se ha visto acompañado por un cambio de mentalidad de políticos, ni de profesionales y trabajadores. Es paradójico que los obreros liberados por las máquinas de las tareas más pesadas sean los primeros en oponerse a la automatización, y es a todas luces utópico el pretender mantener el pleno trabajo de cuarenta horas semanales cuando en fábricas automatizadas se ocupan diez operarios de las labores que antes ocupaban a mil. Por otra parte, las medidas tomadas con frecuencia tales como crear puestos de trabajo nuevos mediante el fomento del consumo superfluo, o crear más controles burocráticos, organismos e institutos innecesarios son erróneas y suelen olvidarse de tener en cuenta y ordenar correctamente el tiempo libre de todos los ciudadanos.

¿Qué hacer entonces? La solución podría ser que todos trabajásemos pero menos, con lo cual no habría parados y tendríamos más tiempo libre para disfrutar de la vida, esto implicaría un cambio de paradigma en nuestro vínculo con el trabajo y el ocio.

La Economía siempre supone objetivos que concretar y medios que asignar. Una disciplina derivada de la Economía y que llamaremos "Economía del Tiempo Libre" ha de optimizar la relación entre trabajo productivo y satisfacción personal y social. Entendemos por colocación el proceder que sitúa a una persona en el mundo laboral. Ocupación, por su parte, es aquella situación en la cual se encuentran los ciudadanos y que les permite disfrutar en justa medida de la vida y de sus riquezas, las ocupaciones no están retribuidas monetariamente pero pueden ser creativas y engendradoras de nuevos valores. La plena colocación a jornada completa es un ideal contradictorio cuando las máquinas pueden hacer la mitad del trabajo humano, es inviable, difícilmente imaginable e incluso un concepto perjudicial en una economía en constante crecimiento y desarrollo. La plena ocupación en cambio sí es posible, pues ella involucra viajes, actividades educativas, lúdicas, deportivas, entre otras. Al ser la plena ocupación un ideal económicamente difícil de sostener, su defensa y promoción se constituye como un reto para los economistas, quienes necesitan al mismo tiempo visión de futuro y soporte de los políticos para resolverlo. La difícil tarea de llenar el tiempo libre de los ciudadanos y la consecuente sostenibilidad de la ocupación pasa por asignar prioridades, finalidades y detectar oportunidades; es un problema en el que se deben jerarquizar los objetivos y que debe abordarse manteniendo en mente la consigna de trabajar para vivir y no vivir para trabajar.

De modo que el cambio de paradigma requiere un cambio de mentalidad que se fundamente en una mesura equilibrada y sostenible del trabajo, pues las medidas sólo tecnológicas prolongarán inevitablemente la trayectoria actual de la crisis. La gran responsabilidad abierta a la economía contemporánea es sustituir el actual sistema económico basado en la competencia y en el tanto tienes tanto vales por otro donde el dinero sea un medio y no un fin en sí mismo, y que su objetivo se base en que cada persona tenga la posibilidad de realizar su potencial humano. El tipo de economía capaz de resolver las contradicciones y excesos del actual sistema debería distinguir entre dos aspectos fundamentales: crecimiento sostenible, y énfasis en la calidad y no en la cantidad.

Si se adoptara un nuevo sistema de valores, la sobreproducción que hay en los países del primer mundo se llamaría abundancia, y el paro tiempo libre. Hay que inventar un nuevo sistema económico, una economía humanista que tenga en cuenta el tiempo libre como una gran oportunidad. La solución a ese nuevo sistema económico puede nacer de la tradición mediterránea del otium cum dignitate, del tiempo libre vivido con dignidad y creatividad.

La actitud de los que realizaron la Revolución Industrial contrasta con la actitud humanista del Mediterráneo que fomenta el trabajar para vivir en lugar del vivir para trabajar, y saber para qué se hacen las cosas en lugar de saber únicamente cómo se hacen. Ese Humanismo Mediterráneo tiene al hombre como medida de todas las cosas y al trabajo como un medio para vivir y procurar experiencias creativas y un tiempo libre enriquecedor.

 

Adjunto
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Comments (1)

  • José Enebral Fernández

    José Enebral Fernández

    24 Noviembre 2011 at 10:04 | #

    Sin duda parece preciso un cambio de mentalidad en general, y quizá de modo singular en nuestro país y otros. Oportuna reflexión de Salvador. Otros países desarrollados no presentan nuestro problema de desempleo, pero el asunto es muy grave aquí y parece demandar soluciones en algún grado rompedoras. Repartir mejor el trabajo (y la riqueza generada) parece ser algo a considerar seriamente. Veremos qué se decide al respecto en los próximos meses, en sintonía con los empleadores y también contra la corrupción económica.

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