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La capacidad de soñar - Artículo

La reciente conferencia del Nobel [b]David Gross[/b] en la [b]Fundación Ramón Areces[/b] tranquilizó a muchos, a mí entre ellos. Naturalmente, el repaso del legado de Albert Einstein, que era el título de la intervención del brillante físico teórico, que abruma con solo decirlo, era una excusa para poner sobre el tapete una cosa tan sencilla como es la capacidad de soñar; a pesar de todo el salto tecnológico que hemos dado en los últimos treinta años, que estamos dando desde hace diez y el que daremos en los próximos dos lustros, podemos soñar, debemos soñar y, además, intentar realizar nuestros sueños.

Eso, claro está, es harina de otro costal. Pensar es libre, igual que soñar, pero el reto queda para los jóvenes y adolescentes de hoy. Soñar, es la base de la ciencia como vino a reconocer este brillante investigador de los límites de lo que hasta ahora creíamos inalcanzable. Con una enorme voluntad y capacidad didáctica casi llegó a hacerme comprender, como a toda la sala que era tan lega como yo en la materia, la Teoría de las Cuerdas, las heteróticas o la libertad asintótica. Por algo forma parte del famoso "Cuarteto de Cuerdas de Princeton", junto a los profesores Harvey, Martinec y Rohm, todos ellos físicos de renombre entre los que se mueven en este mundo de la física teórica y práctica.

Es afortunada esta relación con la música porque mucho tiene que ver ésta con el tiempo y, también, como no, con el espacio y los materiales que lo ocupan, que es el quebradero de cabeza de los físicos, hayan o no ganado el Premio Nobel. Por ejemplo, del espacio depende la acústica, si es que alguien duda de esa relación. Estoy convencido que pudiéramos escuchar los sonidos del Universo que nos rodea entenderíamos y descubriríamos muchas cosas más.

Fue casualidad, pero escuchar y ver al día siguiente de la conferencia Parsifal me ayudó a entender esta convergencia entre cosas que, aparentemente, son difíciles de relacionar.  Tener la sensación de que algo que dura cinco horas y cuarto parece dos y media, es el producto de algo que no controlamos como es el tiempo; lo mismo pasa con el espacio. Podemos desplazarnos con la mente. “El saber convierte las locuras en algo con sentido” dice Kundry, el personaje femenino de Parsifal. Quizá por ello podemos soñar que algún día las personas podrán alcanzar una velocidad de desplazamiento igual que la luz y viajar paralelos al crecimiento del Universo, como nos explica de forma muy didáctica Stephen Hawking.

No es casualidad que esa capacidad de soñar sea un tema de atención para Wagner, que ya había leído a Schopenhauer cuando trabaja en Parsifal. Ambos, uno con la filosofía y otro con la música, están abriendo los ojos de la mente a los sabios que pugnan por encontrar respuestas a los problemas que plantea la evolución del estudio de la Física.

Me interesaba la conferencia de Gross pero no solo por este motivo. Más allá del tema, que siempre es apasionante, me interesaba ver la respuesta del público a una conferencia de estas características. Fue sobresaliente. Es verdad que el nombre de Albert Einstein en boca de un Nobel levanta expectación, pero siempre hay sorpresas. Las hubo para bien. Una cola kilométrica aseguraba el llenazo y los problemas para alojar al mayor número de personas posible.

La segunda, observar si entre los asistentes podía descubrir algún candidato a presidente o ministro. Dada la situación, pensé que una conferencia de este tipo siempre ayuda a despejar la mente. Que mejor que aprender de un Nobel algunos apuntes sobre la Teoría de la Relatividad y encontrar en ese horizonte tan complicado respuestas a la no menos complicada situación política. Al fin y al cabo, la relatividad tiene que ver mucho con la negociación, el consenso y el enfrentamiento. Pero no, no reconocí a nadie que estuviera relacionado muy directamente con la crisis de la que hablo.

Me acordé de "Sonámbulos", el libro de Christopher Clark sobre el que hice un comentario hace ya casi dos años -ver aquí- y en el que cuenta como un cúmulo de indecisiones e interpretaciones, en muchos casos erróneas, desatan la Gran Guerra. Probablemente no son los soñadores, sino los "sonámbulos" que deambulan por la historia buscando el poder a través de las urnas, los que crean estas situaciones de confusión que frenan a la sociedad con esos cánticos de un futuro feliz que después llevan a ninguna parte.

Y no parece el momento. En Davos certificaron que estamos en un cambio de época, la Cuarta Revolución Industrial, que va a modificar muchos esquemas comprometidos hasta ahora y España no puede perder, una vez más, este tren hacia el futuro. Nadie sabe que resultará del cambio pero sí que sabemos que el que no se apunte y compita por liderarlo en alguno de sus aspectos el cambio le castigará con un retraso como nunca se ha dado en la historia.

Afortunadamente, la globalización protege, pero también nos penaliza porque nos retratará una vez más con esas señales que marcan a las sociedades indolentes. David Gross dijo que “nada es eterno en Física”, pero no sé si eso es válido para España. La avalancha de textos cervantinos en honor al cuatrocientos aniversario de la muerte del escritor español más famoso de todos los tiempos nos hace dudar.

Me pregunto si España no será eterna por esos vicios y virtudes que cuenta Miguel de Cervantes en sus libros y que con tanta insistencia repetimos una y otra vez, aunque mejor pensar que lo que hace el escritor madrileño es escribir una crónica de la Humanidad. Con mucha intención escribió Francisco Javier Recio una “Epístola cervantina” en "El Mundo" de Andalucía que merece la pena leer y citar para ir concluyendo: “La senda de la virtud es muy estrecha pero el camino del vicio ancho y espacioso”, dice Don Quijote.

Pasa el tiempo y no pasa. Vaya contradicción. Menos mal que tenemos a los físicos teóricos que al menos nos dan esperanzas porque, como dijo Gross, “nada es eterno en Física”. Que cada uno lo interprete a su gusto. Seguiremos soñando.

 

 

Link de la “Epístola cervantina”

http://www.elmundo.es/andalucia/sevilla/2016/04/23/571a8417ca4741c3428b45b6.html

Adjunto
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