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La revolución digital (¿El fin del libro como lo conocemos?) - Artículo

“Mamá, ¡este libro no funciona!”.Mi hija tenía tres años cuando se sorprendió al comprobar que un libro infantil, con llamativas ilustraciones, no respondía al desplazarse su dedo por la superficie de los dibujos. Tenía en sus manos un libro de papel, pero daba por hecho que tenía las mismas prestaciones y el mismo nivel de respuesta que un dispositivo digital, a los que ya estaba acostumbrada al ver a su padre y a mí utilizarlos habitualmente en casa.

Mi hija pertenece a la generación digital, por lo que un libro de papel, aunque resulte difícil y hasta cierto punto embarazoso reconocerlo, le resulta aburrido y poco atractivo. No puede interactuar con él, ni responde a sus órdenes digitales.

Los dispositivos digitales son cada vez más habituales en nuestras vidas y también en las de nuestros hijos. El hecho de que formen parte de su ocio, aunque sea utilizando las de sus padres, está cambiando el modo de jugar y de aprender. La mochila digital será pronto una realidad que disminuirá el coste educativo, favorecerá el desarrollo de nuestros hijos en un entorno más personalizado, interactivo y, divertido, siempre que seamos capaces de adaptar la educación a estos nuevos medios.

La digitalización ha llegado para quedarse. Ha revolucionado nuestra forma de comunicarnos, nuestro entorno laboral, ha generado nuevas vías de obtener información y ha creado nuevas formas de ocio y de acceso a la cultura, sin olvidar la más importante en mi opinión, su accesibilidad universal y a bajo coste.

Sin embargo, también ha generado resistencia por parte de los miembros más longevos de la sociedad, que con frecuencia se quejan de los efectos sobre la visión o de las limitaciones de la batería de los dispositivos. Pero nuestra conciencia ecológica y las nuevas generaciones nos dicen clara y contundentemente que ya no hay marcha atrás.

Los libros tradicionales siempre formarán parte de nuestra cultura y de nuestra historia. La experiencia de la lectura, como la energía, no se destruye, solo se modifica. Es cierto que el tacto, el olor, la sensación al pasar las paginas no puede ser igualada por los recursos de una pantalla. Pero no es menos cierto que las ventajas de los libros digitales no podrán ser superadas por los costes de publicación, edición, adquisición y almacenamiento de los libros tradicionales.

El amor por la narrativa, el ansia de nuevas historias hace que sigamos deseando tener entre nuestras manos un libro tradicional. Por ello los gigantes tecnológicos han ideado formas originales para almacenar nuestros libros electrónicos, con tapas virtuales, en bibliotecas con estanterías de madera digital. Incluso nos han proporcionado la sensación de pasar las páginas con los dedos mediante animaciones digitales. Todo ello para hacer que la transición sea más llevadera.

La revolución digital avanza de forma exponencial, a diferencia de la adaptación humana, que lo hace linealmente. Pero es cuestión de tiempo.

 

Adjunto
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