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Quo Vadis, España? (Artículo)

Leí tantas veces la novela de pequeño que el pasado 6 de junio fue lo primero que se me ocurrió para resumir las esperadas palabras de cuatro personalidades de altura en el Encuentro organizado por Know Square para abrir al exterior las reflexiones que internamente se han llevado, en forma de tertulias, sobre un primer tema de tanto interés como es la crisis generalizada por la que atraviesa España y la búsqueda de soluciones rebuscando en este primer Encuentro entre nuestro pasado reciente las líneas maestras de la recuperación, que no solo es económica.

Juan Antonio Ortega y Díaz Ambrona, José Manuel Otero Novas, Miquel Roca Junyent y Antonio Garrigues Walker, son cuatro personas del mundo del Derecho académico y profesional y cuatro de las principales figuras de la Transición, entendida ésta como el periodo que enmarca, históricamente hablando, el paso de la dictadura a la democracia y, además, considerado por muchos, entre los que me encuentro, como un paradigma en la Historia de España por ejemplificar no solo la ruptura con un Régimen de corte totalitario, sino la ruptura con muchos de los problemas y males tradicionales de la sociedad española en su conjunto.

Para los que narramos la Transición, en mi caso como cronista parlamentario entre los años 78 y 81 y antes desde el Suplemento Político del diario Informaciones, en el que escribieron los cuatro personajes, aquello fue como una operación de modificación genética. Lo recordaron en sus intervenciones con distintas palabras y ejemplos; como también el paulatino deterioro de algunas instituciones salidas de aquella Transición a la democracia.

Fue la obra de una generación, la nacida entre 1930 y 1945, según Díaz Ambrona. Todos ejemplarizaron el trabajo por superar adversidades y alcanzar acuerdos que hicieran posible la convivencia. Todos reconocieron que las partes implicadas cedieron y, dicho en lenguaje castizo, dejaron muchos pelos en la gatera. Era el precio del futuro. Lo que pasa es que el futuro ya lo hemos sobrepasado y a día de hoy la realidad nos dice que la sociedad española ha vuelto a muchos de sus vicios históricos y no por ello menos atávicos. La actualidad habla, y nuestros invitados también lo hicieron, del deterioro de las instituciones, del desmantelamiento de valores de todo tipo, de la mediocridad rampante en la clase política, de la falta de ética en la economía y de la escasa exigencia en todos los órdenes de la vida, incluida la académica.

Coincidían pues con el punto de partida y conclusiones que hacía, como diagnóstico, el grupo de trabajo de KS, resumidas por Ángel Manuel Arias, miembro del Consejo Editorial, al comienzo del acto. Un diagnóstico acertado que cabe resumir en no más de diez palabras: la sociedad está inmersa en una profunda crisis. Pero no solo es española, sino que es mundial, según nuestros expertos invitados, que llegaron a otra: hay una crisis significativa de liderazgo y principios.

Estamos ante una crisis global y no solo económica, sino también psicológica. Pero, como a los problemas soluciones, Miquel Roca se atrevió a recomendarnos que gastáramos. No con afán keynesiano, sino como proceso terapéutico, cosa que a mi personalmente me convenció. Antonio Garrigues también me convenció para que releyera a Galbraith y recordar que esto de las crisis es cíclico y que todo el mundo falla y no hace lo correcto a la vez. Claro que con ese carácter cíclico de las cosas hay que tener mucho cuidado, según nos aconsejó José Manuel Otero Novas.

La respuesta al mañana la encontraremos en el ayer y la del pasado mañana en el antes de ayer, dijo el exministro de Adolfo Suárez, no vaya a ser que nos demos de bruces con alguna de las páginas equivocada. Está muy bien que lo recordara el día que conocíamos la muerte de Ray Branbury, el autor de la inquietante novela Farenheim 451, la temperatura a la que arden los libros, recordando aquella mala costumbre de los nacionalsocialistas alemanes  destruyendo en el fuego lo que transmite el esfuerzo y el saber de tanta gente que había trabajado por dar, entre otras cosas, señas de identidad a la insuperable Europa.

Juan Antonio Ortega, el otro exministro de Adolfo Suárez presente en el Acto, tiró de los datos del CIS para ejemplarizar el enorme deterioro que entre la opinión pública española tienen sus políticos, un tema que conecta directamente con esa suerte de incapacidad para dotar al esquema político español de grandes personajes en los momentos en los que se necesitan. Es la falta de liderazgo que señalaron los cuatro conferenciantes y que se resume en la práctica en la falta de ingenio, voluntad y determinación para esbozar el futuro más allá de banales referencias a ese supuesto estado del bienestar y la falta de objetivos claros. Así no es difícil que nos viniera a la mente esa expresión con la que titulo esta crónica: Quo Vadis, España?

Como es natural, tampoco soy capaz de articular una respuesta, pero me alineo con las opciones más optimistas y prefiero pensar que entre la generación de los setenta habrá gente que sepa dar las pinceladas necesarias para abordar el futuro con otro ánimo pensando en que las soluciones vendrán. A no ser que tengan razón los que, como Umberto Eco entre otros, apuntan que en la actualidad nos enfrentamos a una nueva Edad Media de oscuras reminiscencias. Como los conferenciantes dijeron, no es cuestión de adivinar el futuro, pero si de trabajar por el mejor posible, que no es un mal consejo.

Adjunto
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