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Superpotencias de la inteligencia artificial

(Ed. DEUSTO)

Superpotencias de la inteligencia artificial

 

El momento de este libro de Kaifu-Lee no puede ser más oportuno ante el creciente enfrentamiento por el dominio mundial entre las dos grandes potencias del momento: EE. UU. y China.

En mayo de 2015, el primer ministro chino Li Keqiang anunció el plan “Made in China 2025”, donde la superpotencia asiática estableció objetivos de liderazgo en varias tecnologías, además de conseguir más autonomía en las cadenas de negocio y suministro globales. China ha decidido ser una potencia mundial en el sector de servicios de la mano del liderazgo tecnológico, especialmente en Inteligencia Artificial (IA).

 

 

Para desarrollar la IA hacen falta cantidades ingentes de datos y China está muy posicionada gracias a sus conglomerados tecnológicos, los famosos BAT (Baidu, Alibaba, Tencent) entre otros, que cada vez más penetran en la vida diaria de personas y empresas. China es ya líder mundial en pagos móviles en punto de venta y entre personas con más de 17 billones de USD (superior a su PIB 2017 de 12 billones de USD). Además, las profesiones ligadas a la investigación tecnológica e IA son muy populares en China, y por ello ya están desarrollando ventajas competitivas diferenciales con otros países. La magnitud de los datos generados en China es tan tremenda que se dice que China tiene 50 veces más datos que EE. UU.

 Segundo, las tecnológicas chinas han seguido un modelo de expansión más horizontal y basado en la creación de ecosistemas (servicios relacionados con el producto principal) frente a la práctica de las tecnológicas occidentales que buscan, al menos de momento, sobre todo modelos de negocio más focalizados.

Por ejemplo, mientras aplicaciones como WeChat ofrecen cuando menos una combinación del Messenger de Facebook, Whatsapp, de pagos entre personas, préstamos, compras online y offline, etc. las grandes empresas tecnológicas occidentales han desarrollado en áreas verticales menos conectadas entre sí (Amazon en comercio electrónico, Whatsapp en mensajería instantánea, Venmo en pagos, ...). El equivalente a Uber en China es Didi, que además de "carsharing" ofrece servicios integrados de venta de coches, reparación y mantenimiento, seguros, descuentos en gasolineras, control de conducción, con descuentos y ventajas según el nivel incremental de uso de sus servicios.

 Construir y fomentar ecosistemas requiere un liderazgo empresarial más diverso y sistemas de valores más colaborativos, y todo ello se estimula directamente desde la cúpula del Partido Comunista Chino.

Con un cambio radical frente a los postulados de Mao Tse Tung, el famoso líder y artífice de la apertura de China a finales de los años 80 Den Xiao Ping lo vio claro: su frase "dejemos que la gente se enriquezca" propulsó el progreso económico a través de la iniciativa individual. 

Desde entonces, las medidas de éxito social para los chinos giran sobre tener éxito económico y hacerlo de forma rápida. Las familias, empresas y el gobierno invierten continuamente en formación orientada a resultados. Para los nuevos chinos, líderes como el icónico Jack Ma se han convertido en modelos a imitar.

El gobierno chino ha sido decisivo a la hora de estimular esa cultura proclive a tomar riesgos y explorar, estableciendo una visión a largo plazo en varios campos. Sin duda China es un país especialmente bueno en la planificación y construcción de infraestructuras, y actúa desde una planificación centralizada en proyectos de largo alcance. Por ejemplo, la ciudad de Guiyang se está construyendo especialmente diseñada sólo para vehículos de conducción autónoma.

Al contrario que en Occidente, y muy especialmente en Europa, las leyes de privacidad no están siendo un obstáculo en China. La regla es "primero innova, genera datos, prueba, y más adelante se regulará". No obstante, si se comete infracción clara, la pena es tan severa en China que el comportamiento cambia rápidamente. Una táctica muy distinta de la occidental, y por ello China está yendo más rápido en campos como la biotecnología o investigación genética. 

Mientras los gigantes tecnológicos chinos se desarrollan en su enorme mercado antes de lanzarse al resto del mundo, el mundo occidental compuesto por EE. UU. y Europa es más pequeño y está dividido. Acuerdos como el “Privacy Shield” tratan de crear garantías de confianza entre los estados occidentales para que no se repitan escándalos como el Cambridge Analytica de Facebook o filtrados de información hacia las agencias de seguridad norteamericanas.

Sin duda, la IA es ya una realidad hoy en día, pero se va a desarrollar y va a penetrar mucho más en nuestras vidas en los próximos 15 o 20 años.

Pero es ahora el momento de comenzar a planificar el impacto del indudable reemplazo de millones de trabajos en todo el mundo ya que las tareas repetitivas las harán las máquinas mucho más eficientemente. Ello plantea cuestiones de distinto tipo:

De una parte, el progreso puede intentar moderarse por la presión de los sindicatos o de la sociedad para detener la sustitución de personas por máquinas, lo que recuerda el movimiento ludita. Pero la Historia demuestra que el progreso tecnológico es imparable.

La llegada masiva de la IA y automatización hará que los Estados hayan de intervenir apoyando a los más afectados por la sustitución de trabajadores por máquinas. Ahí se presentan esquemas como la renta básica universal, o programas de reeducación hacia nuevas competencias necesarias en una sociedad y en un modelo económico mucho más digital. 

La función e identidad social de la persona ha estado íntimamente ligada a tener un trabajo "productivo" especialmente desde las revoluciones industriales de los últimos dos siglos. Hoy trabajar es necesario no sólo para sobrevivir económicamente, sino que también ubica socialmente. En la nueva sociedad cada vez más dominada por trabajos que harán máquinas propulsadas por IA, las personas han de encontrar un significado a través de trabajos basados en la creatividad, o en la creación de valor social, y los Estados deberían de reconocerlo a través de mecanismos como subsidios o derechos de acceso a algún tipo de prestaciones o rentas del estado. Los "human to human jobs" serán cada vez más apreciados.

En esta batalla entre China y EE. UU., cabe preguntarse en qué lugar queda Europa, con el 50% del Estado social de todo el mundo, cada vez más envejecida demográficamente, dividida en Estados nacionales con políticas volcadas en la protección y derechos del consumidor digital y con poca investigación propia en comparación con los dos colosos.

 

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